Cap. 30

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Habían sido dos días con muchos resultados para Robert, estaba contento, con la autorización de Charles, sólo tenían que pasar a la Cámara de terratenientes la votación de la propuesta y podrían pensar en firmar el contrato. Cada vez faltaba menos para poner ese negocio en marcha, siendo la primera vez en años en la que Phrenylle se abría al comercio con otros países. No cabía de felicidad por la acumulación de cosas buenas que estaban pasando, así que en cuanto se quedó solo en su habitación, se puso a saltar de gusto.

Podía haberse quedado en ese estado por más tiempo, pero Matthias tocó a su puerta. Estaba de tan buen humor que creyó que quería celebrar con él, así que le dejó pasar con una sonrisa, sin notar que el semblante de su consejero era gris.

—Lamento mucho ser quien le dé malas noticias después de días tan provechosos —le dijo, entregándole una carta con el sello real y otra que estaba abierta—. La Reina Madre me pidió que le asista para su regreso a casa.

—¿Para qué? —preguntó confundido, leyendo la carta abierta primero.

Estimado Señor Meyer,

Sin desear alarmarle, es necesario que ayude a Su Alteza a prepararse para su retorno inmediato a Phrenylle, hay una situación delicada en la que debemos contar con su presencia. No puedo comunicarle mucho de ello por el carácter del asunto que concierne a nuestra familia, así que, abusando de su siempre impecable disposición, le pido otro favor: cuide muy bien de mi nieto Anthony, su madre ha decidido que por el momento, lo mejor para él es que se quede en Yatán a recibir su instrucción académica y diplomática, además de que eso le ayudará a que aprenda bien el idioma del país que esperamos en algún momento sea su hogar. No hay otra persona mejor que podría encargarse de ello.

Envíele mi cariño a mis nietos.

SRM. Adelaide Stephania Drake

Robert miró a Matthias, asustado. Debía haber sucedido algo muy grave para no poder decírselo. El hombre le puso una mano en el hombro para tranquilizarlo.

—Seguro en la carta dirigida a usted menciona más información que pueda darle un poco de sosiego —le sonrió con tristeza—. Haré algunas gestiones para que usted pueda irse mañana temprano. También arreglaré su hospedaje con el Marqués Du Lac y los Hermanos de la Buenaventura.

Salió para dejarlo solo, permitiendo que abriera el sello de la carta de su abuela.

Mi querido Robert,

Es urgente que vuelvas y, por favor, no permitas que nadie más lea esta carta, quémala si te es posible, su contenido es algo que fuera de nuestra familia no se debe de saber porque pondría en riesgo la posición de Jane en la corte.

Jane tuvo un aborto natural. Hasta donde sé, se encuentra bien de salud, pero no ha hablado con nadie, ni siquiera conmigo. Como castigo por su concupiscencia, tu madre la ha encerrado en su habitación y sólo permite que le dejen una bandeja de comida por la mañana al pie de su puerta, aún así lo que quiere es enviarla a un convento. He logrado persuadirla de esperar a que llegues, para que tomemos una decisión.

Tu padre no lo sabe aún por estar de visita en la Península de Ai para atender algunos asuntos en las minas, tendrás un poco más de una semana para estar aquí antes de que vuelva y así podremos ocultarle el verdadero motivo para el castigo de Jane, al menos hasta que sea prudente.

Eres un buen hermano, sé que vendrás tan pronto te sea posible, sólo ten cuidado de que el Presidente no escudriñe en esto. Tampoco le digas nada a Anthony, tu madre y yo decidimos que sería mejor que se quedara en Yatán hasta que inicie el invierno, bajo la supervisión del Señor Meyer, es un hombre sensato y no hará preguntas impertinentes.

La flor de azaharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora