Cap. 41

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Don Gabriel se arrepentía de haber continuado bebiendo con Lord James después de la fiesta, ya sabía que era una mala idea, pero aún así creyó que era una oportunidad que no debía dejar pasar de sacarle información. Si tan sólo se hubiera dado cuenta de que en realidad el sujeto no sabía nada de interés, además de su enamoramiento de años por la muy terca hermana del príncipe, no se hubiera expuesto a tener una de las peores resacas de ese año.

Se estaba esforzando mucho por Isabel, a ella le debía uno de los mejores negocios de su vida, lo menos que podía hacer era lograr que fuera feliz con el hombre del que estaba enamorada, aunque ella decidiera que no iba a aceptar esa idea porque le daba miedo. No era algo que le hubiera dicho, pero era obvio para él y, bueno, para cualquier persona que pudiera jactarse en realidad de conocerla bien.

La otra persona que le podría ser útil era el primo del príncipe y anfitrión de la tertulia, aunque él no parecía tan accesible y notaba que no era de su agrado, un efecto que tenía en otros hombres del que no se sorprendía en absoluto, puesto que tenía pleno conocimiento de que se sentían intimidados por él.

Como no quería que nadie lo viera en tan malas condiciones y era un asunto de dignidad el mostrarse como un hombre en excelente estado físico al día después de una borrachera, tomó un baño de agua muy fría, y decidió bajar a desayunar con el mejor humor del que era capaz, haciendo acopio de toda su fuerza.

Se encontró en el comedor primero con el duque, enérgico como siempre, el príncipe, que estaba fresco como una rosa por no haberse bebido nada, el señor Meyer, quien lucía descansado porque no había ido a la fiesta, y con Lord James quien, en su caso, era mejor que no se hubiera presentado para no dar un espectáculo tan lamentable con su apariencia. Estaba ojeroso, con el cabello enmarañado y aún usaba la ropa de dormir (aunque tuvo la precaución de cerrar su bata de terciopelo púrpura), pero al parecer eso resultaba encantador para la princesa, pues al nomás verlo, ella se deshizo en atenciones para saludarlo, aunque él muy apenas respondiera, contrario a la duquesa, quien lo miró con desdén y soltó un par de comentarios sarcásticos en su contra en cuanto se sentó. Le pareció extraño que no hubieran llegado los reyes, ni Isabel, pero después de un rato, apareció la reina Mercedes molesta, con su esposo detrás, poniendo una mano en su hombro, para tranquilizarla. Luego, entró la reina Astrid, junto con el rey.

—Espero que no vuelva a transgredirse la regla de que nadie a excepción de los miembros de la familia real y los invitados especiales pueden sentarse en esta mesa. La Señorita Urdiales no es lo uno, ni lo otro, lo cual es lamentable, pero la cortesía hacia ella no podía extenderse por más tiempo.

Aún con la jaqueca, no le fue difícil apreciar todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Ninguno de los hijos de esa casa real estaba dispuesto a esconder su incomodidad, cuando el príncipe estuvo a punto de decir algo, el Señor Meyer le tomó la mano y habló.

—Gracias por recordarme el reglamento, Su Majestad, me temo que tampoco estoy en posición de abusar de esa cortesía que se extendió hacia mí desde hace varios años —sonrió, hizo una reverencia y se dispuso a salir, aunque el príncipe lo retuvo—. Por favor, Su Alteza, me sentiré muy cómodo acompañando a la Señorita Urdiales en el desayuno, sabe que encuentro su compañía como un privilegio.

—Si esa señorita respetable no puede ser invitada a esta mesa, no encuentro motivos para que yo lo sea—dijo Lord James riéndose y sin más reverencia salió del comedor.

Él mismo estaba a punto de irse cuando la princesa soltó su inconformidad.

—¡Pues me matarán de hambre porque no volveré a comer si no dejan a Isabel estar aquí! —gritó.

—Entiendo el cariño que le tiene a esa señorita tan encantadora, pero las reglas existen por una razón —dijo la reina con calma, aunque también le dirigió una mirada a su hijo mayor—. Sé que usted es muy sensata para su edad, Su Alteza, lo comprenderá.

La flor de azaharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora