Capítulo 33.

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Los diarios.

El único sonido que se escuchaba en toda la mansión, era la de los pies descalzos de los dos veintiañeros que buscaban el diario de Larissa como locos. Se habían esperado hasta que Eleazar se fuera para poder entrar a la habitación. A decir verdad, Thomas no recordaba haber entrado allí nunca y se sentía extraño.

–¡No está en ninguna parte!–dijo Thomas con frustración

–Cielo, realmente no conoces bien a las mujeres.–dijo la pelirroja

–¿Te parece que las conozco?–preguntó él–La chica con la que he llegado más lejos en mi vida has sido tú.

Joanne hizo lo de arrugar la nariz otra vez, provocando una risa tierna en Thomas.

–Eres tan bella cuando haces eso.–le confesó de unas vez por todas, mirándola con absoluta ternura

Ella rio levemente, sintiendo sus mejillas calentarse.

–Bueno, pero ya.–dijo él, sonriendo satisfecho por causar tal efecto en ella–¿Dónde crees que pueda estar?

La pelirroja se dirigió hasta la mesa de noche, abriendo el segundo cajón.

–Una mujer esconde más cosas que el cajón de los panties de lo que te puedes imaginar.–dijo ella rebuscando ahí–¡Bingo!–dijo cuando lo tuvo en sus manos

Sacó un diario de tapa de cuero rosada bastante desgastado.

–"Diario de Larissa Blatvasky"–leyó Joanne con emoción–Ahora duplícalo.–le dijo a Thomas–Te ves sexy haciendo hechizos.

Thomas sonrió de lado.

–¿Sabes que hechizo podría hacerte ya mismo?–preguntó acercándose a ella

Joanne tragó grueso. Con esa mirada ya parecía hacerla desnudado al menos veinte veces.

–Haz el del duplicado primero.–dijo nerviosa

Thomas tomó el diario e hizo el mismo hechizo que había hecho antes con el otro. Luego lo guardó y devolvió el original a su puesto.

Joanne tomó de la mano a Thomas y ambos salieron, cerrando la puerta con hechizo, tal y como lo hacía Eleazar.

–¿Ya me dejas enseñarte el hechizo?–dijo Thomas en el oído de la pelirroja

Ella sintió un escalofrío por todo el cuerpo.

–¿C-cuál es?

–En realidad, son varios.

Joanne sonrió de lado y aceleró el pasó, Thomas hizo lo mismo, hasta el punto que ambos llegaron corriendo a la habitación.

El pelinegro entró de último, siendo él quién cerraba la puerta. Dos segundos después, Joanne sintió unas manos en su cintura y como suavemente apartaba el cabello de sus hombros para dejar besos en su cuello.

–No p-pusiste los hechizos.–dijo ella en medio de un jadeo

–Estamos solos.–dijo Thomas aproximando sus labios al lóbulo de la oreja de la pelirroja, dando un suspiro en esa zona que la hizo estremecerse.–Puedes gritar todo lo que quieras.

Los finos toques del pelinegro pasaron de su cuello a sus hombros, dónde bajó con delicadeza los tirantes de la blusa de pijama que llevaba. Joanne estaba muriendo por dentro, nunca había sido tocada así, por nadie. Thomas le puso el cabello detrás de las orejas y tomó su varita.

Amor Arreglado~Tom Riddle FanFictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora