Capítulo XX: Jeffrey Park.

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LA NOCHE ANTRIOR

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LA NOCHE ANTRIOR


Está siendo un día demasiado interesante desde que amaneció, hasta este momento. Empezando por la creatividad de los niños al organizar una boda en el mismo estudio en donde pasamos las clases de baile, lo más sorprendente fue que el mismo Alan aceptara cuando es más amargado que la palabra, creo que Sarita con su dulzura lo convenció en dos segundos y es que esa niña tiene un poder de convencimiento sensacional que incluso fue ella quien me convenció de quedarme y seguir siendo su profesor de baile más tiempo del previsto.

Sarita podría lograr cualquiera cosa si se lo propone, como enternecer al mismísimo ser cerrado y amargado. Además, siempre tiene a sus dos secuaces haciéndole caso; Manuel y Santiago. Son como sus guardaespaldas, aunque pareciera que se la pasan peleando.

Fue algo difícil convencer a Alan de divertirnos en un bar. Primeramente; porque alegaba que no quería terminar en una tontería estando ebrio haciendo alusión a lo de Las Vegas de una forma "discreta" y de alguna u otra forma terminamos en un bar con él arrebatándome algunas bebidas.

Levanto la mirada hacia Alan que esta distraído observando a Majo, Ari y Thomas bailando los tres juntos y aprovecho de terminarme la copa de vodka sin que me vea o me lo quite. Por un momento creí que Thomas odiaba a la morena, al parecer era desconfianza porque no la concia del todo.

—Deja de beber —murmuró sin voltear a verme.

—No estoy bebiendo.

Voltea mirándome con una ceja arqueada y baja la vista hasta la copa vacía en mi mano que me olvidé dejar en su lugar o esconderla.

—Estás en un bar, Alan. Lo que haces es beber y por eso estamos aquí.

—No tengo intenciones de beber —resopla apartando la mirada.

Para ser alguien que quiere abrirse a las emociones aun le cuesta demasiado, pero con pequeños pasos se pueden lograr demasiadas cosas y eso estamos haciendo, creo que estamos en pequeños pasos con muy buenos resultados que pueden ser a largo plazo.

Suspiro inclinadme sobre la barra pidiendo una botella de completa de vodka, claramente Alan me mira con molestia y reproche en ambas proporciones. Hago caso omiso abriendo la botella bajo su atenta mirada y cuando está apunto de arrebatármela la pongo detrás de mi espalda, y con mi mano libre sostengo su camisa atrayéndolo a mi hasta quedar a centímetros de su rostro, su mirada se mantiene fija en mis ojos y por un fragmento de segundos baja hasta mis labios.

—No puedes evitar que beba, esposito —acerco mis labios a los suyos arrugando su camisa en mi puño—. Pero puedes hacer una cosa, divertirte conmigo y olvidarte del control unas horas. ¿Puedes hacer eso por mí?

—No puedo.

—Si puedes.

Sostengo su mentón haciendo hacia atas su cabeza y dejo caer el vodka en su boca, parte del licor cae por su labio inferior e instintivamente limpio ese exceso con mi lengua dejándolo totalmente pasmado, creo que nunca me cansaré de verle esa reacción cada que hago algo que "no esperaba".

Hasta que una firma nos separe | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora