Capítulo XXIII: Alan Holt.

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Normalmente suelen avisarme con semanas de anticipación sobre un viaje o algo relacionado con el trabajo que este fuera de la ciudad en la que me estoy quedando, sobre todo me preguntan si quiero ese trabajo o no

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Normalmente suelen avisarme con semanas de anticipación sobre un viaje o algo relacionado con el trabajo que este fuera de la ciudad en la que me estoy quedando, sobre todo me preguntan si quiero ese trabajo o no. En esta ocasión solamente me mencionaron que sería fuera del país y listo, fue realmente extraño y aun así no me apeteció objetar algo.

Sin embargo, fue el trabajo más incómodo que tuve; empezando por las miradas juguetonas de las maquillistas al querer cubrir los incontables chupetones que Rey me dejó, sobre todo el tatuaje que tengo en el pecho parecía llamarles la atención y no era para menos, prácticamente tengo su firma de propiedad sobre la piel. Los fotógrafos querían cubrirlos con maquillaje y la verdad no quería tener que cubrirlo, por eso el trabajo empezó siendo sea mucho más agotador por mi falta de comparación y por su falta de comprensión en que no quería cubrir los tatuajes. Los chupetones claramente tenían que cubrirlos, no es profesionalmente adecuado que en una sesión de fotos el modelo este todo marcada.

Más que sentirme avergonzado, me sentía molesto de tener que lidiar con personas como esas que carecían de profesionalismo, por eso decidí simplemente darlo por terminado y volver mucho antes de lo acordado.

Fue una total pérdida de tiempo.

Aunque no del todo; un día después de llegar a Australia tuve un encuentro con mi madre. Por un momento se me pasó por la cabeza que ella estaba detrás de la nefasta propuesta de trabajo lejos de Madrid, pero me di cuenta que ella no me haría perder el tiempo en algo con falta de profesionalismo cuando siempre le interesó el dinero que se puede ganar en cada sesión de fotos. Después de todo, desde que tengo memoria ella ha sido dueña de la mitad de lo que gano, fue parte del trato para que me dejará tranquilo apenas cumplí la mayoría de edad.

Nuestra conversación se basó en las pocas ofertas de trabajo que estaba teniendo, cosa que le dejaba pocas ganancias a ella. También se basó en que Rey estaba robándome dinero sin que me diera cuenta, si voy a estar casado, mínimo debería hacer que firme un papel con separación de bienes.

¿Cómo le decía que en realidad él más importante que yo?

Básicamente todo se trató de dinero, trabajo y de ella recalcándome la falta de madurez que tengo para solucionar mis problemas. Luego sale con las absurdas palabras falsas de buena madre; «solo quiero lo mejor para ti».

Hasta el momento lo único que hago para lidiar con ella es darle la razón en todo, después de todo lo único que quiere es atención y que le hagan entender que ella siempre tendrá la razón.

Era lo que hacia mi padre; asentía, afirmaba y desaparecía.

Ni siquiera él quería lidiar con mi madre que a la más mínima oportunidad decidió marcharse y no regresar jamás, ni siquiera cuando se divorciaron se preocupó en luchar por sus bienes, solo dejo todo.

Fue su forma de escapar.

Entre toda esa charla en la que más hablo ella sobre mis errores y desperdicio como hijo, salió la invitación a esa cena y no encontré una forma de librarme de tener que asistir. Solo lo dio por hecho y se marchó porque tenía cosas más importantes que hacer, lo más sorpresivo fue saber que vendría a Madrid para cenar.

Hasta que una firma nos separe | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora