Un modelo y un guitarrista aficionado, ebrios en Las Vegas, ¿qué puede salir mal?
Jeffrey es invitado a tocar en una de las galas más importantes de la ciudad que asegura dejarle una buena ganancia para su universidad.
Alan es invitado por...
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Si a alguien se le ocurre tan siquiera mencionar que no tengo paciencia le meto un puñetazo para que deje de decir idioteces. ¿En serio no estoy teniendo paciencia? Falso, en verdad que estoy teniendo muchísima paciencia con este chaval porque nunca he conocido alguien tan exasperante y ruidoso. Además de tener una enorme predeterminación para tocarme las narices con sus ocurrencias, apenas una semana desde que nos conocimos y me tiene más estresado que Max en años, no quiero pensar cómo será ahora que viviremos bajo el mismo techo. Aun no sé cuánto tiempo durará este jueguito de fingir un matrimonio, solo espero sean los sesenta días previstos.
He de admitir que no me esperaba que vivieran en un departamento muy bueno, igual de bueno que el de nosotros solo que más pequeño. Como las veces que lo escucho hablar de su situación hace énfasis en no tener dinero y dudo mucho que con solo tocar unas cuantas canciones en bares le dé perfectamente para pagar su universidad, de su hermana, departamento, comida y además sus noches de fiesta. Alguien que no tiene dinero no se daría tantos lujos como ellos, a no ser que le paguen más de dos mil dólares por canción, mínimo. Aunque tenga talento no amerita ganar tanto, menos siendo alguien independiente sin una larga trayectoria como los verdaderos artistas.
Fue a Las Vegas.
Menudo momento para recordarlo, pero hay razón. En esas galas contratan a los mejores porque no se escatiman en gastos, a pesar de ser algo benéfico. Incluso los invitados son personas importantes que no tendrían intenciones en contratar a cualquier persona solo por no pagarles una buena cantidad, sé que Park tiene talento.
Al final Majo y Ari también vinieron con nosotros para ayudar con sus cosas que en verdad son demasiadas que necesitaran guardarlas en algún almacén porque en nuestro departamento no cabe nada con todos los muebles que tenemos. La mayor parte esos dos se la pasaron discutiendo entre que es importante y que no lo es, fue como presenciar a dos niños de cinco años.
Tuvimos que decirles que podrían llevar ambas cosas para que apresuraran el paso y no perdamos más tiempo del previsto.
Majo resopla acercándose a mí con mala cara.
—¿Qué está mal con ese sujeto? —cruza los brazos.
—¿Quién?
—El novio de Ari —arqueo una ceja levantando la mirada en dirección de la mencionada que esta abrazada de su novio riéndose entre ellos—. Desde que ha llegado me ha mirada con fastidio y ni mencionar que en el bar fue muy cortante cuando solo quería ser amable.
Sonrío pasando mi brazo por sus hombros.
—Le caes mal.
—Eso ya me di cuenta, pero ¿por qué?
—No tengo idea, ¿le pregunto? —rueda los ojos—. ¿Desde cuándo te importa si le agradas o no a las personas? Solo déjalo pasar.
—Es el novio de Ari, me llevo muy bien con ella y si le caigo mal a él probablemente quiera hacer que se aleje de mi —frunzo el ceño observándola fijamente esperando que sea una broma lo que acaba de decir—: ¿Qué?
