Capítulo XXVII: Alan Holth y Jeffrey Park

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Bostezo y estiro mi cuerpo haciendo crujir algunos huesos, me froto el rostro con ambas manos y le echo un vistazo a la habitación completa; por costumbre volteo a mi costado de la cama cayendo en cuenta que en esta ocasión Rey no ha dormido conmigo

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Bostezo y estiro mi cuerpo haciendo crujir algunos huesos, me froto el rostro con ambas manos y le echo un vistazo a la habitación completa; por costumbre volteo a mi costado de la cama cayendo en cuenta que en esta ocasión Rey no ha dormido conmigo. Acepto que me sorprendió un poco que haya obedecido a su madre, porque sin dudarlo se fue a su habitación para no recibir regaños por la mañana. Siento y sé que Rey me ha hecho dar un gran salto con lo que pasó anoche, sin duda he luchado mucho suprimiendo esos recuerdos para enfocarme solo en el momento, en esas sensaciones y en que solamente éramos él y yo solamente. Fue difícil, pero no imposible y no llegue a pensar que ese niñato capricho sería el que me sacaría de ese agujero en el que estaba metido desde hace mucho tiempo.

Suspiro levantándome de la cama de una vez por todas, me dirijo al baño quitándome la ropa, me meto a la ducha dejando que el agua pase por mi cuerpo relajándome cada uno de los músculos y los huesos. Dejo que el agua corra unos minutos y después empiezo a jabonarme haciendo todo el procedimiento de baño.

Una vez listo salgo de la habitación bajando las escaleras hasta la sala en donde no hay nadie. Entro a la cocina y ahí encuentro a Majo, Ari y Zeynep, desayunando entre risas. La primer en verme es la madre de Rey que rápidamente me hace ademán para que me acerque a ellas.

—¡Hala! Buenos días, cuñado —sonríe Ari comiéndose unos duraznos de una lata—. ¿Dormiste bien? Supongo que si ya que Rey no estaba en su habitación —mueve las cejas juguetonamente.

Frunzo el ceño volteando a verla.

—No durmió conmigo —aclaro.

—No estaba en su habitación —confirma Majo comiendo lo que paree ser una ensalada de frutas—. Fuimos con Ari para molestarlo y estaba vacío, supusimos que estaría contigo.

—No.

Zeynep sonríe bastante contenta.

—Se fue al cementerio —confirma.

—Es Rey, no iría —dice Ari con superioridad, pero al ver la seriedad de su madre borra su sonrisa—. ¿O sí? ¿Hablas en serio, mamá?

—Muy enserio, se fue a la tumba de Amaya.

—¡Ay por Dios, eso es genial! —aplaude bastante emocionada—. Mi hermano por fin está dando ese paso que tanto necesitaba, hay que celebrarlo, tenemos que hacer una fiesta.

Sonrío sintiéndome más que orgulloso que haya decidido dar ese paso por su cuenta y que esté en ese proceso ahora mismo. No cabe duda de que no hay persona más fuerte de lo que es Rey Park; ese niñato capricho tiene una fortaleza mental monumental que puede llegar a ser envidiable. Incluso su madre y su hermana están jodidamente orgullosas que ni siquiera lo ocultan con esas sonrisas de oreja a oreja que tienen en el rostro.

Rey dejara libre a Amaya para serlo él también.

Me dedico a desayunar en lo que las demás hablan sobre la superación personal, las carreras universitarias y en que a Ari le gustaría empezar a hacer sus prácticas en psicología en algún lugar con niños, y entonces salió la conversión de que ella debía ser bastante persistente con su vocación porque habrá muchas personas que no querrán tomarla en serio por su aspecto y creerán que solo se toma a juego un tema delicado como la salud mental. Lo que me gustó fue escucharla decir que no esperaría aceptación de nadie, que, si no la aceptan en algún lugar, pues abriría su propio consultorio o algo relacionado a psicología con niños, pero aun así no se detendría. Eso sin duda fue realmente asombroso que nadie dudo en felicitarla.

Hasta que una firma nos separe | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora