Capítulo XLIV: Alan Holt.

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Perdí la cuenta de las veces en las que creí que jamás sería el adecuado para sostener una relación estable, muchas veces llegué a creer que cualquier persona que estuviera conmigo me dejaría de inmediato; quizás por no saber sobrellevar la vida q...

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Perdí la cuenta de las veces en las que creí que jamás sería el adecuado para sostener una relación estable, muchas veces llegué a creer que cualquier persona que estuviera conmigo me dejaría de inmediato; quizás por no saber sobrellevar la vida que tengo, quizás porque realmente no soy lo suficiente o simplemente porque no soy alguien con quien formalizarías una relación. Entiendo a la perfección mi nulo conocimiento en relaciones y es que, nada de lo que tuve fue real o paso de un día. Muchas de las supuestas relaciones que he tenido se han tratado de simple marketing de mis representantes que la única relación que pareció real, fue con quien es mi mejor amiga.

En definitiva, cualquier relación iría al fracaso.

Voy a sonar repetitivo, pero aquel niñato cambio radicalmente esa forma de pensar siendo tan autentico a su manera. Nuestra relación empezó siendo una mentira llena de baches y sin duda alguna no hubiéramos llegado hasta donde estamos si no fuera a cada una de esas pruebas que se presentaron desde el inicio. Tenía sesenta días para deshacerme de él o mi carrera se iría a la mierda; estamos por llegar a los dos años juntos y me siento mucho mejor de lo que alcancé a pensar en algún momento.

«Voy a hacer las cosas bien».

Fue lo primero que cruzó por mi mente cuando entendí a la perfección la magnitud de nuestra relación y que ninguno de los dos pretendemos dar un brazo a torcer o darle fin a este que hemos creado juntos. Rey es la persona más importante que tengo en la vida y creo firmemente que no hay nada de malo en desear permanecer a su lado en lo que me resta de existencia en esta vida. Y por qué no, también poder amarlo en las otras vidas que me toquen.

Las Vegas, el principal escenario en nuestra historia, nuestro inicio.

Al inicio pensé en cómo podría compensarlo por los malos ratos pasados por culpa de la prensa, por no poder estar el tiempo deseado con él y como demostrarlo lo mucho que lo amo para que nunca dude de aquello. Sobre todo, quería hacerlo sentir bien de todo el estrés que estaba sufriendo a causa de su último semestre, sus parciales y proyectos. Quería que se sintiera en paz consigo mismo eliminando por completo todas esas inseguridades que estaban apoderándose de él y devolverle esa tranquilidad característica de su personalidad.

Las Vegas me pareció una buena opción, más que todo porque para nosotros tiene un gran significado y aunque fuera un descanso, no sería un viaje cualquiera si estamos juntos recordando aquellos momentos. No había vuelto a pisar la ciudad desde aquella vez, el estar sostener su mano por las aglomeradas calles me hizo tener muchos recuerdos específicos de lo que hicimos aquella noche y solo pude sentirme mucho más decidido. Estábamos ebrios hasta la última neurona y aun así sabíamos perfectamente a lo que nos metíamos.

En el momento que de mis labios salió la palabra "cita", percibí una chispa traviesa en sus ojos y lo comprendo, prácticamente se trataba de nuestra primera cita catalogada como tal. Sin embargo, no hizo ningún punto de diferencia en nosotros y solo fue una etiqueta innecesaria porque a este punto siento que no hay nada que no sepa de él, o él de mí.

Hasta que una firma nos separe | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora