Apenas abro un ojo veo las cortinas transparentes de la habitación, vuelvo a cerrarlo estirándome sobre la cama, bostezo pasándome las manos por la cara para despertarme de la cruda resaca que tengo encima que ni siquiera me deja abrir los ojos. Lo más molestos de beber como condenado es despertar al día siguiente con dolores de cabeza, quizás ya no tan espantosos como la primera vez que decides consumir alcohol. Sin duda es lo más fastidioso.
—Maldición, ¿por qué siento como si me hubiese pasado un tren encima de todo el cuerpo? —jadeo apartándome el cabello del rostro, estiro los brazos rozando la piel de alguien más. Abro los ojos girando la cabeza a mi lado opuesto; lo primero que veo es una cabellera castaña y un cuerpo semidesnudo desparramado sobre el colchón—. Mierda, ¿desde cuándo follas con hombres, Jeff? Sin duda Las Vegas te hizo un caos la cabeza.
Lo peor de todo es que ni siquiera recuerdo que cojones sucedió momento después de llegar a ese bar oculto entre callejones y no me apetece recordar las fechorías que pude haber hecho, es mejor vivir con la incertidumbre a avergonzarme el resto de mi vida.
¿A poco tienes vergüenza?
No, pero por si las dudas.
—Es momento de escapar —murmuro saliendo entre las sabanas con cuidado, bajo la mirada encontrándome con mi pantalón en su lugar y mi camisa en un extremo. Me levanto tomándola del suelo, esta apesta a vómito y muchas porquerías más—. Joder, ¿qué cojones me pongo ahora?
Alboroto mi cabello observando todas las prendas que hay tiradas esperando encontrar por arte de magia alguna camiseta que no le pertenezca a nadie, algo imposible.
Mi paz termina cuando el moribundo de la cama empieza a despertar y no sé qué le voy a decir cuando me vea en la misma habitación porque ni siquiera yo entiendo algo de lo que está sucediendo. Estira su cuerpo dejando a la vista todo lo que posee del torso para arriba, se pasa las manos por el rostro bostezando y mirando el techo por unos largos segundos como si estuviera buscando en su mente algo que le diga como llegó a ese punto de estar sobre una cama semidesnudo. Llego el momento de espantarlo un poco con mi presencia y hacer que su mente viaje en miles de posibles cosas que pudieron suceder entre nosotros.
Suspiro carraspeando lo suficientemente alto para que me escuche.
—Buenos días, bella durmiente.
El chaval se sienta de golpe mirándome con espanto, levanta la sabana mirando debajo y suspira al darse cuenta que lleva sus prendas, no lo juzgo. Arqueo una ceja mirando fijamente sus facciones buscándolo entre mis recuerdos de algún lugar y como si me encendiera el foco lo recuerdo; la gala. Claro, recuerdo haberlo visto en la barra de bebidas basura.
—¿Cómo termine aquí y quién demonios eres tú? —se levanta de la cama con el entrecejo fruncido mirando a todos lados.
—¿Me lo preguntas a mí? Acabo de despertar —encojo los hombros.
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Hasta que una firma nos separe | EN FÍSICO
Teen FictionUn modelo y un guitarrista aficionado, ebrios en Las Vegas, ¿qué puede salir mal? Jeffrey es invitado a tocar en una de las galas más importantes de la ciudad que asegura dejarle una buena ganancia para su universidad. Alan es invitado por...