[3] Capítulo XVI: Jeffrey Park.

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—¿Qué sucede entre tú y Alan? —curiosea Ari sorbiendo de su batido con su cabeza acostada en mis piernas, arqueo una ceja bajándome las gafas

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—¿Qué sucede entre tú y Alan? —curiosea Ari sorbiendo de su batido con su cabeza acostada en mis piernas, arqueo una ceja bajándome las gafas. Ella se levanta mirándome fijamente—. Parecían estar teniendo un avance y al otro día simplemente dejaron de hablarse, o mirarse ¿qué pasó?

Me subo nuevamente las gafas ignorando sus preguntas, ella insiste picándome las costillas en un intento de hacerme cosquillas. Suspiro pasándome las manos por la cabeza bajando la mirada.

—Hermano...

—Ari, le dije que me estaba empezando a gustar mucho y al parecer no le gustó nada escucharlo —encojo los hombros recargando mi cabeza en el tronco del árbol extendiendo las piernas—. Por eso hay distancia entre nosotros, más de la que había antes. No pienso ponerlo incómodo y nada por el estilo, tampoco esperaba correspondencia cuando se lo dije.

No esperaba nada de él.

—Pero no pensaste que se lo tomara tan mal.

—Así es —hago puchero, ella me mira con ternura estrujándome las mejillas y me abraza entre risas—. Algo tan simple lo hizo muy incómodo.

Hace semana y media que hubo esta distancia tremenda entre nosotros, cuando recién estábamos empezando a tener un acercamiento e interés de su parte tuve la estúpida idea de decirle que estaba comenzando a gustarme y en ese momento fue con una rapidez sorprendente en la que su expresión cambio a molestia, se cortó toda la charla que había iniciado y se mantuvo en silencio a pesar que le dije que no necesitaba que me dijera lo mismo o tan siquiera que dijera algo. Le dije que solo quería decírselo y si quería podía hacer como si nada hubiese salido de mi boca; aunque su distanciamiento debe ser por eso, quizás tuvo la tonta idea que si se mantenía lejos dejaría de gustarme o algo por el estilo.

Se comporta como un adolescente, y uno muy tonto.

—¿No crees que te precipitaste? Ni siquiera creo que te guste, creo solo te estabas sintiendo muy cómodo con su comportamiento nuevo.

—Probablemente sea eso, ya ni me importa.

—Te precipitaste en decirle eso cuando ni siquiera estas seguro de lo que sientes, el idiota fuiste tú. —Encojo los hombros suspirando profundamente cerrando los ojos—. Además, no puedes sentir atracción emocional por alguien sin sentirte la peor persona del mundo y entrar en una depresión.

Gruño levantando el dedo del medio en su dirección, suelta una carcajada abofeteando mi mano lejos de mi rostro.

—¡Ya sé! Cuando empieces a deprimirte significa que ya estás enamorado —vuelve a reír—. Tómalo como tu primera señal.

—No digas tonterías, Ari.

—Es la verdad, Rey. Cuando te enamoras te deprimes hasta los pies; empiezas con canciones deprimentes, dejas de dormir, evitas a las personas, evitas hablar, empiezas a fumar, empiezas a beber más... ¿Recuerdas lo que pasó con Carolina? Te "enamoraste" de ella que aceptaste ser su juguete sexual sin importar que ella estaba en una relación y luego empezaste a beber porque te sentías mal por enamorarte y la culpa te lleva a cometer más estupideces. Tus estupideces implican hospitales, medicamentos y hasta psiquiátricos... ¿Entiendes porque no te quiero cerca de Carolina?

Hasta que una firma nos separe | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora