CAPÍTULO XXXIII: Jeffrey Park.

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4 SEMANAS ANTES

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4 SEMANAS ANTES

Pasaron casi cuatro años desde la última vez que me sentí realmente bien, pero bien en serio. Me siento bien al grado que no necesito buscar nuevas cosas en las que mi mente deba estar ocupada para poder sentirme relajado, porque ya me siento en paz y es algo que no quiero perder.

Alan Holt me da paz.

Como ahora mismo, verlo dormir me da una gran satisfacción porque es un momento en el que realmente está en paz y sin preocupaciones. Además de lucir jodidamente tierno y sexy en partes iguales; su cabello alborotado, sus labios ligeramente entre abiertos y me he dado cuenta que sus pómulos se tornan de un rosado muy suave. Si le menciono ese detalle que he descubierto no me creería porque la gran parte del tiempo parece un hombre imponente con la mirada neutral y vistiendo de traje, pero cuando duerme se convierte en algo adorable que te incita a apretarle las mejillas.

Suspiro levantándome con cuidado para no despertarlo. Me paso las manos por el cabello arrastrando los pies hasta el armario buscando mi ropa para el día. Le echo un vistazo a todos bostezando por tercera vez en los últimos dos minutos; tomo una de las camisas de Alan, un pantalón cualquier porque todos los que tengo son iguales y mis botines negros. Primeramente, me doy un baño rápido y luego de eso me visto, en todo ese proceso Alan no dio señales de querer despertarse. Termino de guardar todas mis cosas en el morral teniendo algunos minutos más antes de irme, tomo mi cámara que tengo guardada en el armario y empiezo a ajustarla probando la primera foto en él.

Sonrío observando el resultado.

—Al parecer naciste siendo modelo porque hasta dormido sales bien en las fotos. —Le tomo otro sin esperar que salga mal porque está clara que no lo hará. Ni siquiera con el sonido de la cámara parecía estar despertando y eso que le he tomado como diez fotos de distintos ángulos e incluso estoy sobre él tomándole las ultimas fotos a su rostro. Frunzo el ceño acercando mi índice a su nariz para ver si está respirando y para mi alivio lo está—. Pareces muerto.

Me inclino dejando un suave beso sobre sus labios, apreto su nariz y la dificultad para respirar hizo que se despierte, me mira con el ceño fruncido pasándose las manos por el rostro bostezando. Sonrío dándole otro beso en la mejilla y otro en el cuello, solo entonces lo siento pasar uno de sus brazos por mi espalda baja acomodándome sobre él.

Baja la mirada inspeccionándome.

—¿Esa es mi camisa, niñato? —murmuró con su voz ronca.

—No, es una muy similar, esposito.

—Ah. —Creo que su cerebro sigue durmiendo o simplemente no le importa que esté usando su ropa. Acerca su rostro a la piel de mi cuello dejando un cálido beso, susurra—: Solo no la manches, ¿vale?

—Vale. Ahora debo irme o llegaré tarde —asiente soltándome para que pueda ponerme de pie. Arruga el entrecejo percatándose que estoy sosteniendo la cámara y levanta la mirada arqueando una ceja—. Oh, te tome algunas fotos.

Hasta que una firma nos separe | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora