Siento que todo esta tan tranquilo que me resulta jodidamente inquietante, porque en todos los años que llevo acosado por los fotógrafos nunca he sentido que tengo un poco de privacidad hasta ahora, y me gusta demasiado.
Muchas veces he considerado dejarlo todo y marcharme a un lugar remotamente alejado en donde nadie supiera que existe, o llegaran a pensar que me he muerto por mi repentina desaparición; suena genial.
Ahora creo que ese lugar al que me iría seria Alemania, es que este lugar es simplemente increíble. Bueno, lo realmente increíble es la casa de Rey, más que todo su madre es espectacular que nos ha dado un buen recibimiento y lo que me ha gustado de toda esta visita fue la paz que Rey ha tenido o bueno, es lo que ha estado demostrando; muy opuesto al momento que solo era una idea venir a su hogar.
Lo que se suponía seria solo unos días se convirtió en una semana; semana en la que hemos pasado tiempo juntos. Los primeros días Zeynep escoltaba a Rey hasta su habitación, aunque unas horas después estaba literalmente gateando por mi habitación hasta mi cama y despertaba más temprano para irse a la suya como si nada hubiese pasado, claramente su madre se dio cuenta que luego acepto que durmiera en mi habitación los días restantes. Me pareció realmente divertido como Rey a pesar de ser mayor de edad obedecía como un niño de cinco años a su madre y en sí, se comportaba como un niño caprichoso.
Tu niñato caprichoso.
Me doy vuelta para dejarlo sobre el colchón y así poder levantarme, pero apenas intento levantarme él enreda sus brazos en mi cuello y sus piernas en mi cintura evitando que me pueda poner de pie. Mantiene los ojos cerrados y aun así se forma una sonrisa juguetona en sus labios manteniéndome pegado a él, prácticamente aplastándolo.
Suspiro recargando mis codos sobre el colchón para dejar, aunque sea un mínimo espacio entre nosotros.
—Rey, suéltame —susurro en su oído.
—No lo haré —musita con su voz ronca.
—Necesito ir al baño.
—Lo siento, no quiero soltarte —balbucea colgándose como una garrapata de mi cuerpo—. Te aguantas.
—¿Hablas en serio, Rey?
—Sehr ernst, Liebling.
Sonrío dejándome caer un poco más de mi peso sobre él y cuidadosamente paso mis dedos por su cabello apartándolo de su rostro. He de admitir que me encanta cuando sonríe de esa forma tan tierna cuando apenas se está despertando; sus ojos los hace chiquitos y sus labios forman un puchero.
Inhalo profundamente su aroma y sin poder evitarlo dejo besos por su mejilla bajando hasta su cuello, hombros y clavícula.
—Mmhh, esto me gusta —balbucea.
Rio levantando la mirada a su rostro, acomodo su cabello hacia atrás para tener una mejor vista de su rostro. Rey hace un puchero en cuanto dejo de besarlo y apenas abre los ojos me mira fijamente, las yemas de sus dedos bajan por mi espalda dándome leves caricias hasta detenerse en mi cintura y apenas afloja un poco sus piernas me levanto rápidamente de la cama.
ESTÁS LEYENDO
Hasta que una firma nos separe | EN FÍSICO
Teen FictionUn modelo y un guitarrista aficionado, ebrios en Las Vegas, ¿qué puede salir mal? Jeffrey es invitado a tocar en una de las galas más importantes de la ciudad que asegura dejarle una buena ganancia para su universidad. Alan es invitado por...