Un modelo y un guitarrista aficionado, ebrios en Las Vegas, ¿qué puede salir mal?
Jeffrey es invitado a tocar en una de las galas más importantes de la ciudad que asegura dejarle una buena ganancia para su universidad.
Alan es invitado por...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Jadeo sintiendo como si un camión hubiese pasado encima de mi unas quinientas mil veces, pero este dolor es más soportable que el anterior. Mis ojos los siento pesados para abrirlos rápidamente y, al contrario, debo hacerlo lentamente teniendo como primera imagen un cuadro adornando una pared blanca. Apreto los ojos sin tener la necesidad de seguir observando el lugar, es bastante evidente que estoy en un hospital, después de todo siempre tienen el mismo olor a medicamentos y miseria.
Los simples aromas de estos lugares me generan deja vú a un montón de momentos en donde estuve la gran parte de mis días rodeado de estas personas y para nada es una sensación agradable. Desde entonces le tengo una aberración a estos lugares o al menos evito estar demasiado tiempo por mi propia tranquilidad, y es que cada que sales de un hospital siempre serán con malas noticias.
Al menos en su mayoría.
Suspiro volviendo a abrir los ojos, bajo la mirada a mi brazo izquierdo con una aguja intravenosa conectada a un suero, levanto la mirada llevándome la hermosa sorpresa de ver a Alan dormido en el sofá; su camisa toda desordenada al igual que su cabello, e incluso desaliñado se ve jodidamente bien.
Intento sentarme, pero en ese movimiento siento una punzada en mi lateral derecho y justo la puerta se abre dejando ver a Ari, al verme intentando moverme se acerca rápido empujándome de los hombros para que vuelva a acostarme y de paso me da un golpe en la frente.
—Estas recién operado pedazo de bestia, no te muevas.
¿Qué estoy recién qué? Frunzo el ceño levantando ligeramente la bata percatándome de las gasas en mi costado. Vale, ahora si no entiendo que carajos sucedido en el tiempo que estuve inconsciente.
—¿Por qué demonios estoy operado?
Ari suspira tomando un asiento acomodándolo junto a la cama, se sienta mirándome con seriedad.
—Tenías apendicitis aguda, y tuvieron que operarte de emergencia porque el apéndice podría reventarse dentro de ti contaminando otros órganos y podría llegar a ser mucho peor.
Oh mierda, al parecer si era grave.
—Nos preocupaste mucho, Rey. No respondías las llamadas, no sabíamos dónde te estabas quedando y no sabíamos si estabas vivo o muerto. Digamos que Alan te encontré con un pie en un lado y un pie en el otro —cruza los brazos resoplando con molestia—. No vuelvas a ignorar mis llamadas, Rey.
Sonrío asintiendo, estiro mi brazo libre de aguja hasta su rostro acariciando su mejilla, ella sostiene mi mano esbozando una media sonrisa. Frunzo el ceño sosteniendo su brazo para observar con detenimiento la marca rodeando su muñeca. Ari aparta su brazo apartando la mirada y si no hubiera hecho ese gesto pensaría que se lastimo con algo, pero solamente hizo que piense en las peores de las situaciones.