La imprimación, los vampiros con sus compañeros y las torpezas de Bella son totalmente las aventuras por las que una joven estaría dispuesta en involucrarse sólo para entender la idiotez humana, solo para vivir como humana cuando no lo es.
O tal vez...
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La pelirroja de un aspecto aproximado de 28 años en adelante se encontraba caminando por la ruta de camino a Forks, había mandado sus cosas a domicilio. La caminata mañanera y bajo la lluvia era uno de aquellos momentos más físicos e importantes en su día a día, estar en conexión física con la naturaleza, sentir la libertad, aún más al estar utilizando el paraguas transparente dejándole ver como del cielo caían las gotas del tiempo lluvioso de Forks.
Está caminata le recordaba a su inicio de vida en este universo, en esta otra vida luego de tanto caos en su anterior vida pasada. De tan sólo recordar, su mano automáticamente iba a un lado izquierdo de su frente a tocar la imperceptible cicatriz de aquella rajadura con la que había muerto en la otra vida.
Tan sólo recordar como un ser místico la había salvado de morir por derrame de sangre en descontrol, o tan siquiera creer la cantidad de suerte que su vida recibía sólo cuando más apeligraba la misma, era sin duda una tras otra aventura para contar. Contar, admirar y atesorar sus recuerdos con pasión y cariño, que nunca deberían ser olvidados, porque eso la hacían ser lo que era hoy. Una mujer fuerte, indomable, pura y leal, pero tristemente sentía que cuando más cerca de aquel destino lejano se sentía, más cerca al fin estaba su final en esas tierras que tanto deseó pertenecer de niña.
El camino era largo cuando se trataba de llegar por la carretera más corta a Forks, y su cabeza no podía evitar ser afectada por la melancolía que el tiempo mostraba ante sus ojos. Recordando sus inicios en este mundo, perdida en Escocia, perdida y tirada con una brecha en la cabeza por alguna caída contundente.
Recordar cómo el líder y magestuoso lobo de color verde mate la observaba con preocupación, mientras que los demás lobos que en total eran alrededor de 5-6 lobos, protegiendo a su líder, atentos por si hubiera amenaza cerca. Fue extraño abrir los ojos y sentir que sólo había pasado segundos de mi destino final y anterior vida, despertar poseyendo diez años en otro lugar tan lejano a donde provenía. Tan solo ver el recuerdo en forma de susurros dichos por aquella lluvia, contando mi historia de vida y nuevo comienzo.
Despertando frente a siluetas magestuosas, preocupadas al verme, no entendía porque en el reflejo de sus ojos podía notar el cuerpo de una pequeña niña pelirroja con una brecha por donde brotaba sangre y se la notaba cada vez más perdida, pero en cuanto de mis labios salió una simple frase:
—M-mis padres... M-mamá... M-mamá... Papá... —el tartamudeo había salido de mis propias cuerdas vocales, lo sentía, lo sabía.
Pero mis ojos no podían siquiera conectar con mi cabeza, al notar que al haberlo hecho coincidía con los movimientos de labios de la figura pequeña de la pelirroja vista en el reflejo de los ojos del gran lobo frente a mi, que entre un pestañeo a otro, tan solo pude ver como la figura se había vuelto humana, uno semi pálido, con una extraña vestimenta y un bigote sobre sus labios en forma de moño corto. Su voz era aterciopelada, varonil y tranquila, intentando que no cayera al suelo pero entre mis propios sollozos de sentir la pérdida de mis padres, y sentir que había también perdido la vida y que no entendía que era lo que estaba ocurriendo exactamente en esos momentos, me sobrepasaba de sobremanera.
