2𓄹𓈒 Parte 3

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La pelirroja sentía una cálida sensación hacia su espalda, que la abrazaba ligeramente por la cintura, era acogedor el silencio donde estaba durmiendo pero lo que lo hacía así, era el corazón que zumba cerca suyo. Por lo que, suavemente se va dando la vuelta y tras un bostezo abre los ojos con la mirada nublada por su somnolencia, quedando totalmente a gusto con las vistas que observaba tan solo con despertar.

El rostro de Leah se notaba tan cómodo y calmado, mientras que no dudaba en abrazarla para mantenerse más cómoda, parecía que ya se había vuelto su peluche favorito de la cachorrita de sus ojos. Por lo que no pudo evitar una suave sonrisa, y deslizar su mano hacia el rostro de la nativa para acariciar esa piel rojiza morena, que tanto admiraba como quedaba en personas como Leah o Quil(que esperaba pronto conocerlo también); sin duda era hermoso saber que las personas que tenía como crushes al leer el libro, parecían querer conocerla, tal vez era por su deseo o por casualidad pero lo estaba disfrutando al máximo esta vida.

Tras esa dulce y suave caricia, la nativa fue abriendo los ojos, conectando ambas las miradas que parecían no necesitar de la voz para saludarse porque el brillo mutuo decía mucho que en simple palabras no darían el mismo mensaje. Pero aún así, la voz rasposa de Leah sonó susurrando un "Buenos días"

Tristana al escuchar esa frase, el tono y la mirada especial, se derritió mentalmente ante la dulce sensación de despertar al fin cerca de la mujer que más admiraba, quería cuidar y amar porque hacía falta cuidarla mucho, taba' chikita.

Buenos días, preciosa. —salió casi susurrando pero claro algo ronca.

Ambas se sonríen al sentirse juntas, no podían negar que estar así solo se sentían seguras y cómodas, por lo que la pelirroja no se resistió, rozó su nariz contra la nativa y luego lo besó.

Leah tembló ante la sensación tan dulce, infantil y hermosa que le recorrió la piel ante aquella caricia.

—Cuando despiertas... Si que eres cariñosa, y hermosa como una Guzmania. —admite aún adormilada.

Tristana se ruboriza al escuchar como la llama, sintiendo como poco a poco la sensación de tenerla como crush se va transformando en pequeños matices de gustar. Según recordaba, alguna vez su madre le había dicho que la Guzmanias suele caracterizarse por tener unas hojas bastante grandes que, a medida que estas logran una altitud máxima, van adquiriendo el color rojo. En cierto punto se parecía actualmente porque en otras palabras era descrita de la cabeza a los ojos, es decir, las hojas inferiores son de color verde(ojos) y las más superiores en color rojo(cabello).

—Te quiero Leah. —sonríe con tanta gratitud por sentirse querida y hermosa, algo que antes ni tuvo tiempo de saber si era verdad.

—Si que te ruborizas mucho. —murmura la nativa sintiendo un pequeño estirón hacia su impronta, por lo que se guía por ella—También te quiero.

Leah quería tanto decirle lo que ocurrió el día anterior pero sus instintos decían que Tristana no necesitaba eso en este momento, disfrutar sin problema alguno. Ya abría tiempo para decírselo después.

—¿Leah?

—Dime.

—Te confieso que siempre te tuve como mi crush... Nunca creí ser capaz de poder tener una cercanía como ahora tenemos. —admite bajando un poco la mirada por vergüenza— Eras inalcanzable...

Leah se sorprende ante la revelación, saber que alguien a parte de su ex, la tenía en la mira la hacía sentir hermosa; sin embargo, no entendió porque ella era un crush. Empezaba a amar lo sincera que su impronta era.

—¿Porqué lo dices? —preguntó dudosa.

—Por que pensaba que proponerte algo indecente o algún signo de que me gustabas era una falta de respeto, porque ya mucho te hicieron daño y lo que mucho intento es no hacerte sufrir, no quiero ser otra maldito ser que te marca cicatrices en el alma... Quiero sanarlas... No se... No sabría decirte si te tengo ganas, o si quisiera algo contigo porque... Siento que es una falta de respeto... No necesitas eso, solo te falta apoyo, un refugio del mundo juzgón que surgió por culpa del pasado. —dijo titubeando en varias veces la pelirroja.

Leah se queda bastante curiosa ante la respuesta, era verdad, ella antes de la presencia de Tristana nunca antes se había sentido atraída por una mujer. También se sentía agradecida porque ella sí tomara en cuenta sus sentimientos, su estado actual, que viera a través de su malhumor, se sentía muy querida y comprendida en ese sentido; en vez de sentir alguna lástima de ella, sentía buenas cosas. Sin embargo, sabía que nuevamente su contraria estaba ahogando sus deseos o necesidades por darle lo que tanto le habían arrebatado otros, con ello no estaba de acuerdo.

Era todo hermoso eso que la comprendiera, que le diera tiempo y espacio, todo eso... Pero si su impronta se limitaba a pedirle cosas, era como si no fuera totalmente libre.

—Agradezco que seas tan comprensible, pero no me gusta que te abstengas. Tal vez antes de ti no estaba en planes sentir algo por una mujer, pero hasta aquí siento lo que ahora necesitas y te la daré... No eres libre si no me dices como ayudarte en lo que sientes frustración. —comenta con total calma y seguridad.

Tristana traga saliva, intentando ocultarse de la mirada de la nativa, parecía ser que había descubierto lo que había estado ocultado tras el encuentro con sus otros compañeros. Pero ahora no se trataba de ellos, sino que el deseo carnal había nacido al estar con Leah.

Leah podía sentir como los muslos de la pelirroja se movían al igual que la mujer, como si algo la incomodara.

—Dime que quieres que haga, sé sincera... —exige Leah al olfatear en el ambiente algo salado y pesado en aroma, al mismo par que los pies descalzos de la pelirroja se movían con inquietud. —En confianza.

—T-tocame...—titubeó la pelirroja, deseosa.

Leah sonrió con ternura para luego deslizar su mano en dirección a la cinturilla de la calza de licra, con cierta emoción y nerviosismo, recordó como ella se autisatisfacía antes pensando que eso podría gustarle a su impronta. Por lo que, en cuanto, su mano se deslizó bajo en pantalón, posó la misma sobre la ropa interior, el temblor llegó y el jadeo de la pelirroja se escuchó.

—Así que es esto... —susurra con voz ahogada al sentir lo húmedo que estaba la ropa interior, pero de igual forma deslizó el dedo medio e índice hacia el clitóris, logrando escuchar así un gélido gemido suave de su impronta, haciendo que su propia respiración se entrecortaba.—dime que más necesitas...

—M-marcame... Mgh... L-leah...

El deseo parecía haber nublado a la pelirroja que trataba de calmarse, pero las mejillas blancas se tenían en rojo suave. Leah no perdió tiempo y se fue guiando por cómo el instinto le dictaba, tal vez hoy sería un buen día.

Siendo así como ambas perdieron esa extraña batalla de resignación y frustración, entregándose mutuamente, claramente entre sussurros, todo siendo amortiguado en besos o con manos tapando sus bocas, para no dar sospecha a los padres de la nativa de lo que podría estar pasando en la habitación.

Prima de Isabella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora