NARZUL: EL ALMA ERRANTE

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Era bastante noche cuando por fin pisaron una vez más suelo firme. Lejos de las aguas pantanosa, aunque todavía no han salido de allí. Gollum siseaba y murmuraba entre dientes, pero parecía estar contento

– ¡en marcha ahora! – animo la criatura ayudando que Scorp se ponga de pies, pues había caído de por el cansancio – ¡BUENOS HOBBITS! ¡VALIENTES SERPIENTES! Muy muy cansados, claro; también nosotros, mi amo. Pero al estúpido Hobbits hay que alejarlo de las luces malas, sí, sí – con estas palabras reanudó la marcha casi al trote, por lo que parecía ser un largo camino entre cañas altas

– ¿Puedes seguir? – pregunto el rubio hacia el azabache, viendo como respira demasiado agotado

– Moriré – respondió derrotado, ¿Cómo puede seguir con ese ánimo con toda esta? ¿Cómo puede seguir caminando?

– Vamos – animo Scorp entregando un poco de agua – este lugar da demasiado miedo para dormir aquí – miro a su alrededor. Han estado tanto tiempo aquí, que el asqueroso hedor no lo, es más, su olfato se acostumbró en algún momento

Albus tomo el agua, chirreo los dientes desanimado, pero como siempre ver ese rostro animado no le da valor para rendirse. Con pasos lentos continúan, y Scorp camino a su lado, también está cansado, pero su padre estará decepcionado si se rinde

Y los Hobbits lo siguieron, trastabillando, tan rápido como podían. Pero poco después Smigol se detuvo de pronto y husmeó el aire dubitativamente, siseando como si otra vez algo lo preocupara o irritara.

– ¿Qué te ocurre? – gruñó Sam, tomando a mal la actitud de Gollum – este lugar huele asqueroso – se quejó ayudando a Frodo a soportar esta tierra de muertos, siendo el portador es como luz para las polillas

– ¡sí, sí, y Sam apesta! – respondió Gollum – El pobre Smigol lo huele, pero Smigol es bueno y lo soporta. Ayuda al buen amo. Pero no es por eso. El aire se agita, algo va a cambiar...Smigol tampoco está contento – rumio al viento con enfado, aunque al ver a los hijos de su amo

– ¿Qué quieres decir? – cuestiono Scorp con temor, ¿Cómo se puede temer más estando en esta tierra infestada de muerto? Aunque no lo crean, es asi

Ahora mismo su miedo solo crece, la única razón por la que aún no ha caído en la absoluta desesperación y no está llorando en algún agujero, es Albus. Apretó la mano del ojiverde

No quiere asustarlo aún más, desea brindarle, aunque sea un poco de seguridad, si se puede. El temor creció en su corazón

– Alguien viene por el viento – respondió tranquilamente, o no quiso asustar a los niños – Smigol protegerá a los niños de mi amo – los rodeo como un perro fiel – Smigol lo jura por el precioso – los miro a ambos

– Gracias – agradeció el rubio cubriendo la boca al azabache, Albus está al límite, puede en sus ojos y eso es malo, más si es con Smigol... un inocente

Smigol se puso de nuevo en marcha, pero parecía cada vez más inquieto, y a cada instante se erguía en toda su estatura, y tendía el cuello hacia el este y el sur. Durante un tiempo los Hobbits no alcanzaron a oír ni a sentir lo que tanto parecía preocupar a Gollum

De improviso los tres se detuvieron, tiesos y alertas. Frodo y Sam creyeron oír a los lejos un grito largo y doliente, agudo y cruel. Se estremecieron. En el mismo momento advirtieron al fin la agitación del aire, que ahora era muy frío. Mientras permanecían así, muy quietos, y expectantes, oyeron un rumor creciente, como el de un vendaval que se fuera acercando. Las luces veladas por la niebla vacilaron, se debilitaron, y por fin se extinguieron.

Gollum se negaba a avanzar. Se quedó allí, como petrificado, temblando y farfullando

– ¡ESPECTROS! – gimoteaba cubriéndose con sus manos

– Vamos – arrastro Scorp a Smigol, quien yacía de cuclillas, hacia algunas rocas en el camino, un estrecho cubierto con rocas oscuras

– ¡ESPECTROS CON ALAS! Son los siervos del tesoro. Lo ven todo, todo. ¡NADA PUEDE OCULTÁRSELAS! ¡MALDITA CARA BLANCA! ¡Y LE DICEN TODO A ÉL! Él ve, él sabe. ¡aj, Gollum, Gollum, Gollum! – murmuro, grito en voz baja

Sam siguió el ejemplo de Scorp, pues su señor Frodo también cayo presa del efecto del llamado del anillo. Frodo sentía, en efecto, que con cada paso que lo acercaba a las puertas de Mordor, el anillo, sujeto a la cadena que llevaba al cuello, se volvía más y más pesado

Y empezaba a tener la sensación de llevar a cuestas un verdadero fardo, cuyo peso lo vencía y lo encorvaba. Pero lo que más inquietaba a Frodo era el ojo: así llamaba en su fuero íntimo a esa fuerza más insoportable que el peso del anillo que lo obligaba a caminar encorvado

El ojo: la creciente y horrible impresión de la voluntad hostil, decidida a horadar toda sombra de nube, de tierra y de carne para verlo: para inmovilizarlo con una mirada mortífera, desnuda, inexorable

Gollum sentía sin duda algo parecido

– ¿No murieron? – pregunto Sam aterrado ante ese siniestro sentir que lo embarga

– ¿Qué? – la pregunta tomo desprevenida al Gollum – ellos no mueren, no existe nadie que pueda matarlos – explicó con pesar, agazapándose más profundo para no ser vistos

– me siento mal – dijo Sam. Frodo callaba; mientras se resguardan del jinete del de Dragón negro

Scorpius Malfoy sintió como su sangre se helaba al instante, la visión aterradora frente a él. ¿Cómo explicar? ¿Cómo describir el terror sobrenatural y al mismo tiempo fascinación que provoca en su ser? Es increíble, hay....

Un colosal Dragón se alza sobrevolando encima de ellos dando u vueltas, buscándolos, encima un jinete enfundado ropajes oscuros que cumbre todo su cuerpo, al punto de dejar al descubierto solo sus manos, mostrando una armadura de brillo negro

– ¿te encuentras bien? – pregunto Albus asustado, ¿Cómo llego a esto? ¿Por qué está pasando? Su cuerpo tiembla, es horror lo que el jinete provoca

Permanecieron allí unos instantes, como hombres a la orilla de un sueño en el que acecha una pesadilla, procurando no amilanarse, pero recordando que sólo atravesando la noche s e llega a la mañana. La luz crecía alrededor.

Demasiado fatigados, buscaron un sitio donde descansar. Durante un rato estuvieron sentados y sin hablar a la sombra de un túmulo de escoria, pero los vapores fétidos les atacaban la garganta y los sofocaban. Gollum fue el primero en levantarse. Escupiendo y echando maldiciones, se puso de pie, y sin una palabra ni una mirada a los Hobbits se alejó en cuatro patas.

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Horas amas tarde

La noche caía cuando se arrastraron fuera del foso y se deslizaron lentamente por la tierra muerta. No habían avanzado mucho y de pronto sintieron otra vez aquel temor que los había asaltado cuando la figura alada pasara volando sobre las ciénagas

Se detuvieron, agazapándose contra el suelo nauseabundo; pero no vieron nada en el sombrío cielo crepuscular, y pronto la amenaza pasó a gran altura enviada tal vez con alguna misión urgente

Alrededor de una hora después de la medianoche el miedo los asaltó por tercera vez, pero ahora parecía más remoto, como si volara muy por encima de las nubes, precipitándose a una velocidad terrible rumbo al oeste

Gollum sin embargo estaba paralizado de terror, convencido de que los perseguían, de que sabían dónde estaban.

LA VOLUNTAD DE ILUVATURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora