LA VOLUNTAD DE ILUVATUR

EL CABALLERO BLANCO

Al día siguiente

Al no haber grandes criaturas en el bosque cenaron pan de lembas, en silencio sepulcral que solo filtraba los sonidos del bosque en sinfonía agradable; Legolas se quedó al lado de los rubios, mientras Boromir decidió vigilarlos

Aragorn durmió, no le fue sencillo, pero al menos su cuerpo es aun humano y el agotamiento lo noqueo finalmente, Gimli descanso muy bien desde su salida de Rivendell

– ¿Qué te ocurre con Dragón? – Boromir fue directo, están enfrentando poderosas y casi desconocidas fuerzas de las tinieblas, nunca es bueno una rencilla dentro del equipo

El pelinegro dio un sobresalto por la repentina cuestión, ¿cómo responder? Vio con pesar Legolas viendo al cielo

– No es de mi agrado – respondió Aragorn,tardo unos segundos en procesar la información, fue sincero con los brazos cruzados, no quería malos entendidos

– ¿Por qué? – exigió saber, el niño es un malcriado, arrogante, pero un buen niño

– Hay algo en él, que me produce un malestar, no podría explicarlo con absoluta seguridad – es claro que su respuesta no fue del agrado del grupo – tranquilos, no levantare mi espada en su contra – suspiro, no lo hará al menos hasta saber, ¿por qué tiene ese mal presentimiento en el niño?

– ¿Y con Scorpion? – insistió el señor enano agudizando su vista

– Tranquilos – repitió frustrado – pese a mis instintos, no soy un perro descarriado como para atacar niños indefensos – acepto incomodo

– Jamás lo harías jajajajajaja – rio el enano satisfecho con la respuesta

Boromir detallo con escrutinio el rostro del futuro rey; después dirigió su vista al elfo y después a los rubios, quizás sus miedos tengan fundamentos, el poder de esos niños es aterrador y por supuesto como enemigos serian formidables

– No dejaremos que caigan es las fauces de la oscuridad – afirmo con firmeza, tiene una deuda de vida con el rubio – ellos no serán como Saruman, nos aseguraremos que estén en el bando correcto – siguió apoyando una mano en el hombro del abatido hombre

Aragorn lo miro sin comprender, hasta que el peso de las palabras cayó sobre él; esos niños desconocidos son poderosos, palideció, y ¿si son aliados del señor oscuro?

– Cuidado, habla más bajo – advirtió en un susurro bajo, Legolas apuntando – allá abajo en el bosque, en el camino por donde hemos venido. ¿no lo ves, pasando de árbol en árbol? – revisando sus flechas, le quedan siete, sus dos dagas aún están en su cintura

̶ Lo veo, ahora lo veo – siseó Gimli – mira, Aragorn ¿no te lo advertí? Todo en andrajos grises y sucios: por eso no pude verlo al principio – bufo, estos bosques son peligrosos, ¿cómo no lo serian con este aspecto tan tenebroso?

Aragorn miró y vio una figura inclinada que se movía lentamente. No estaba muy lejos. Parecía un viejo mendigo, que caminaba con dificultad, apoyándose en una vara tosca. Iba cabizbajo y no miraba hacia ellos. En otras tierras lo hubieran saludado con palabras amables, pero ahora lo miraban en silencio, inmóviles, dominados todos por una rara expectativa; algo se acercaba trayendo un secreto poder, o una amenaza.

– ¡TÚ ARCO, LEGOLAS! ¡PREPÁRATE! ¡ES SARUMAN! ¡NO PERMITAS QUE HABLE, O QUE NOS ECHE UN ENCANTAMIENTO! ¡TIRA PRIMERO! – estallo incapaz de dominar su temor, es el maldito de Saruman, el mago traidor

Legolas tendió el arco y se dispuso a tirar, lentamente, como si otra voluntad se le resistiese. Tenía una flecha en la mano y no la ponía en la cuerda. Aragorn callaba, el rostro atento y vigilante.