EL LIENZO DEL ALBA

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Por fin llegó Aragorn a lo alto de la arcada que coronaba las grandes puertas, indiferente a los dardos del enemigo. Mirando adelante, vio que el cielo palidecía en el este. Alzó entonces la mano vacía, mostrando la palma, para indicar que deseaba parlamentar.

Los orcos vociferaban y se burlaban. ¿Cómo no hacerlo; si tan solo un pequeño puñado los enfrenta?

̶ ¡BAJA! ¡BAJA! – le gritaban – Si quieres hablar con nosotros, ¡BAJA! ¡TRÁENOS A TU REY! Somos los guerreros Urokhai. Si no viene, iremos a sacarlo de su guarida. ¡TRÁENOS AL COBARDÓN DE TU REY! – gritaron, siendo que salvaron al rubio hasta la cima del castillo

̶ ¡EL REY SALDRÁ O NO, SEGÚN SEA SU VOLUNTAD! – respondió Aragorn con burla impregnada en cada palabra; pero su vista esta en el menor, que fue eso, se parecía al Balrog

̶ Entonces ¿Qué haces tú ahí? – le dijeron – ¿Qué miras? ¿quieres ver la grandeza de nuestro ejército? Somos los guerreros Urokhai – se mofo el líder, el pequeño nuevo rey es poderoso, pero aun es un ser vivo y como tal llego a su limite

̶ He salido a mirar el alba – contesto Aragorn viendo como Legolas atiende al menor, la herida en su brazo es preocupante, además que esta inconsciente

¿Cómo seguir ahora? Entonces recordó las palabras de su amigo, el mago blanco

̶ Espera por mí, ve al horizonte en el quinto día – había dicho el hombre

Esperaba que sea asi, es su única esperanza, no está al tanto de los planes del Rey, tampoco del niño engreído

– ¿Qué tiene que ver el alba? – se mofaron los orcos – Somos los Urokhai; no dejamos la pelea ni de noche ni de día, ni cuando brilla el sol o ruge la tormenta. Venimos a matar, a la luz del sol o de la luna. ¿qué tiene que ver el alba? – rugió el líder Urokai sin amilanarse por un ese detalle sin importancia

Los orcos de la noche se retiraron, bajando una tercera parte de su ejército, aunque para el grupo no hay ninguna diferencia, pues el mar de orcos aún sigue presente allí

– Nadie sabe qué habrá de traer el nuevo día – respondió Aragorn con algo de esperanza, al deslumbrar como una parte de la infinita mancha negra en la noche daba marcha atrás – Alejaos antes de que se vuelva contra vosotros – Todavía tenían esperanza

En lo más profundo de las sombras, aún hay un pequeño fulgor brillando, aún hay esperanzas. Desconoce cuál es la siguiente movida, más la fe sigue allí

– ¡¡BAJEN O LOS ABATIREMOS!!! – gritaron las masas – Esto no es un parlamento. No tienes nada que decir – advirtió lleno de burla

– Todavía tengo esto que decir – respondió Aragorn – Nunca un enemigo ha tomado cuernavilla. Partid, de lo contrario ninguno de vosotros se salvará. Ninguno quedará con vida para llevarlas noticias al norte. No sabéis qué peligro os amenaza – resumió

Era tal la fuerza y la majestad que irradiaba Aragorn allí de pie, a solas, en lo alto de las puertas destruida, ante el ejército de sus enemigos, que muchos de los montañeses salvajes vacilaron y miraron por encima del hombro hacia el valle y otros echaron miradas indecisas al cielo. Pero los orcos se reían estrepitosamente; y una salva de dardos y flechas silbó por encima del muro, en el momento en que Aragorn bajaba de nuevo un salto.

– Perdedores – siseo Dragón asomándose atravez de la gran muralla; allí solo había cadáveres

Su vista ve borrosa, mientras un crepitar lo ataca, su cuerpo también está débil, sus piernas tiemblan, sino fuese porque Legolas los sostiene no podría estar de pie

LA VOLUNTAD DE ILUVATURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora