A TODO GALOPE A ¡SALVAR A GONDOR!

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EL Hijo de Thengel se interrumpió en una reunión con sus generales, pues en ese momento se oyó un ruido fuera, y la voz de un hombre que gritaba el nombre de Théoden

– Hay un hombre aquí, señor – un segundo después el capitán de la guardia entreabrió la cortina – un mensajero de Gondor. Desea presentarse ante vos inmediatamente – hablo con preocupación, pues es claro el porqué de su presencia

– ¡Hazlo pasar! – pidió Théoden

Entró un hombre de elevada estatura, Iba vestido a la usanza de los caballeros con una capa de color verde oscuro sobre una fina cota de malla; el yelmo que le cubría la cabeza tenía engastada en el frente una pequeña estrella de plata

Llevaba en la mano una sola flecha negra; la espiga era de acero, pero la punta estaba pintada de rojo

Se hincó a media rodilla y le presentó la flecha a Théoden.

– ¡Salve, señor de los Rohirrim, amigo de Gondor! – saludo respetuosamente – Soy yo, Hirgon, mensajero de Denethor, quien os trae este símbolo de guerra. Un grave peligro se cierne sobre Gondor – declaro con temor en su pecho – Los Rohirrim nos han ayudado muchas veces, pero hoy el señor Denethor necesita de todas vuestras fuerzas y toda vuestra diligencia, si es que se ha de evitar la pérdida de Gondor – añadió. Esta guerra no será como la que han enfrentado por años

– ¡La flecha roja! – siseo Théoden, sosteniendo la flecha en la mano, como alguien que recibiera con temor un aviso largamente esperado. La mano le temblaba – ¡la flecha roja no se había visto en la marca en todos mis años! ¿es posible que las cosas hayan llegado a tal extremo? ¿y en cuánto estima el señor Denethor lo que llama mis fuerzas y mi diligencia? – cuestionó como si de pronto fuera otra vez ese viejo senil

– Eso nadie lo sabe mejor que vos, señor – dijo Hirgon – Pero bien puede ocurrir que antes de mucho Minas Tirith sea cercada, y a menos que vuestras fuerzas os permitan desbaratar un sitio de varios ejércitos, el señor Denethor me ha pedido que os diga que los valientes brazos de los Rohirrim estarán mejor protegidos detrás de las murallas que fuera de ellas – continúo viendo de reojo al rey

Todos los rumores sobre el senil y acabado rey sobre las tierras de la marca de Rohan, fueron falsos

– Pero el señor Denethor sabe que somos un pueblo más apto para combatir a caballo y en campo abierto, y que vivimos dispersos y necesitamos cierto tiempo para reunir a nuestros jinetes – rebatió con orgullo, no se los dejaría fácil – ¿no es verdad, Hirgon, que el señor de Minas Tirith sabe más de lo que da a entender en su mensaje? – cuestiono viendo a los ojos – Porque ya estamos en guerra, como tú mismo has visto, y tu llegada nos encuentra en parte preparados. Gandalf el gris estuvo entre nosotros. los Valar vinieron en nuestro auxilio mandando a Dragón – agrego levantándose de su trono

Ese niño, ¿Cómo supo que esto pasaría? La interrogante es absurda. Es claro cuál sería el próximo objetivo claro del señor oscuro

– Lo que el señor Denethor puede conocer o adivinar de todas estas cosas, no lo sé decir – respondió con cierto nerviosismo – nuestra situación es realmente desesperada. Mi señor no os envía ninguna orden, os pide solamente que recordéis una antigua amistad y unos juramentos pronunciados hace mucho tiempo; y que por vuestro propio bien hagáis todo cuanto esté a vuestro alcance – explica alzando la mirada desesperada al monarca – Hemos sabido que muchos reyes han venido del este al servicio de Mordor. Desde el norte hasta el campo de Dagorlad hay escaramuzas y rumores de guerra. En el sur, los Haradrim avanzan: en todas nuestras costas ha cundido el miedo, de suerte que poca o ninguna ayuda contamos recibir de allí. ¡daos prisa! Es el destino de nuestro tiempo lo que se decidirá delante de los muros de Minas Tirith, y si la marea no es contenida ahora inundará los campos fértiles de Rohan, y entonces ni aun este refugio en las montañas será un abrigo para nadie – suplica alzando la voz, esta es una guerra definitiva

LA VOLUNTAD DE ILUVATURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora