DRAGON DE PESADILLAS

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– ¿Qué fue lo que hiciste, Faramir, hijo de Denethor?!! – rugió Gandalf mientras un brillo helado regresaba a su cuerpo, como si un grueso tronco lo hubiese golpeado con la fuerza de un tornado

– ¿Faramir? – pregunto Denethor atribulado, ¿Realmente podría hacerse con ese objeto maldito? ¿podría dominarlo para ganar la guerra? Por supuesto, quien sea el señor de ese anillo, tiene el poder sobre la tierra media; sus ojos brillaron en malicia y poder

– El resto de mi compañía lo envié al sur, a reforzar la guarnición de los vados del Osgiliath. Espero no haber actuado mal – miró a su padre con duda sobre si contarle la verdad sobre Scorp – Scorp – llamo vacilante, mirando hacia atrás

– ¡¿MAL?! – Gritó Denethor, y de pronto los ojos le relampaguearon en una extraña mezcla de placer y furia – ¿Por qué lo preguntas? Los hombres estaban bajo tu mando. ¿o acaso me pides que juzgue todo lo que haces? Tu actitud es humilde en mi presencia; pero hace tiempo ya que te has desviado de tu camino y desoyes mis consejos. Has hablado con tacto y desenvoltura, como siempre; pero ¿crees que no he visto por ventura que tenías los ojos fijos en Mithrandir, tratando de saber si decías lo que era preciso o más de lo conveniente? Es él quien se ha adueñado de tu corazón desde hace mucho tiempo – acusa furibundo, no ha sabido nada de su primogénito

El menor yacía despierto desde el principio, mas no tiene humor para aguantarlos

– Hijo mío, tu padre está viejo, pero aún no chochea. Todavía soy capaz de ver y de oír, igual que antes; y poco de cuanto has dicho a medias o callado es un secreto para mí. Conozco la respuesta de muchos enigmas. ¡ay, ay, mi pobre Boromir! – lloriquea mirando con desagrado a Mithrandir

– Si, lo que he hecho os desagrada, padre mío – dijo con calma Faramir, ocultando su dolor. El anillo no debe caer en sus manos, tampoco debe contar sobre el niño – hubiera deseado conocer vuestro pensamiento antes que se me impusiera el peso de tamaña decisión – desea

– ¿Acaso eso te habría hecho cambiar de parecer? – pregunto Denethor entre rabia – Estoy seguro de que te habrías comportado de la misma manera. Te conozco bien – siseo sin importarle los sentimientos del menor de sus hijos – Siempre quieres parecer noble y generoso como un rey de los tiempos antiguos, amable y benévolo. Una actitud que cuadraría tal vez a alguien de elevado linaje, si es poderoso y si gobierna en paz. Pero en los momentos desesperados, la benevolencia puede ser recompensada con la muerte – agrega con burla, con intención de herir

– Pues que así sea – dijo Faramir señalando a Scorp que no se levante

– ¡QUE ASÍ SEA! – gritó Denethor perdiendo los estribos – Pero no sólo con tu muerte, señor Faramir, también con la de tu padre, y la de todo tu pueblo, a quien tendrías que proteger ahora que Boromir se ha ido – siguió, no pensaba detenerse

– ¿Desearías entonces que yo hubiese estado en su lugar? – pregunto el capitán menor con un nudo en la garganta, aun sabiendo que Boromir estaba vivo

– Sí, lo desearía, sin duda – dijo Denethor – Porque Boromir era leal para conmigo, no el discípulo de un mago. En vez de desperdiciar lo que le ofrecía la suerte, hubiera recordado que su padre necesitaba ayuda. Me habría traído un regalo poderoso – rugió entre dientes, lleno de desprecio con su hijo, hasta que pareció recordar las palabras de Faramir

La reserva de Faramir pareció ceder entonces un momento

– Os rogaría, padre mío, que recordéis por qué fui yo al Ithilien, y no él. En una oportunidad al menos, y no hace de esto mucho tiempo, prevaleció vuestra decisión. Fue el señor de la ciudad quien le confió a Boromir esa misión – siseo con rabia y dolor

LA VOLUNTAD DE ILUVATURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora