8. ◼️ Desde las gradas ◼️

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Oliver

Sabes que algo malo está pasando contigo cuando todos se te quedan viendo. Piensas en las una y mil cosas que podría estar pasando contigo, piensas en todas las cosas que hiciste para tratar de recordar en qué fue que te equivocaste o en el error que cometiste. Pero en mi caso, sé del error que cometí y nadie me está observando, o al menos no de una mala manera.

Nadie se enteró de mi error y eso me tranquiliza.

Me equivoqué y dejé que mis emociones me controlaran, dejé de pensar en las consecuencias y sólo hice lo que quería hacer, que básicamente era partirle la cara a la persona que me había roto mis partes privabas.

Lo de fingir nunca se me hizo tan difícil hasta que conocí a ese indeseable, trato de fingir que todo está bien con los demás pero con él es sólo que...me saca de mis casillas y me enojo, me enojo bastante o al menos sólo con él.

-Tranquiló, tú celular no tiene la culpa de tu mal día.—

Miré hacia mi derecha a Diego. Dejé mi bufanda aún lado y saqué mis cosas. Ya estaba en mi clase, al menos es mi clase favorita, matemáticas. Lo mejor de entrar a las aulas es que nadie me habla, nadie me presta atención, todos están concentrados en la pizarra y nadie o al menos no la mayoría, me mira. Además, el indeseable no está en mis clases, así que no lo miro en toda la mañana, sólo en los recesos.

-No, el celular no, Hades si.—

-¿Y ahora qué pasó?.—  vi lo que tenía en su mano, eran unas papas de queso. No me recuerdo cuando fue la ultima vez que comí algo con tantas calorías.

Miré hacia otro lado, no puedo ver esas papas o tan siquiera olerlas.

-Hades no me deja en paz, ¿Cómo hago para que me deje en paz?, y si me dices que tengo que...—

-Aceptar.— comió otra papa, odio ese sonido.

-No, no lo haré y menos ahora que estoy castigado por su culpa.—

-¿Oliver García castigado? Eso suena muy viral.—

-La directora dijo que no diría nada y todos estaban en la cafetería así que...oh, ¿Crees que Hades diga algo?.—

-Nah, a él le interesa mucho la perfección y eso quiere decir que prefiere mantener su buen comportamiento ante todos los aquí presentes.—

-Claro, le interesa su popularidad.— como no lo había notado antes, nadie sabe sobre la monstruosidad que esconde dentro de él.

-Bueno, ahora que llegaste, tal vez el popular ahora seas tú, creo que están los dos muy igualados.—

Comió otra papa, no puedo soportar ese sonido por mucho tiempo.

-No lo sé y no me interesa.— miré hacia el frente para no verlo comer eso.

-¿Quieres?.— me tendió la bolsita de papas enfrente mía, las aparté sutilmente hacia él de nuevo.

-No, gracias, no puedo.—

-Eran tuyas, te las dejaron en tu escritorio.—

-¿Y sólo las tomaste sin decirme nada?.-

-Tú no te lo ibas a comer.-

-Si, tienes razón.-

-Por cierto.— escuché a Diego susurrarme mientras el profesor explicaba algo.— tienes un pequeño rasguño en tu mejilla, nada grave.—

La fama, el fútbol y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora