42.⬛️ Promesas ⬛️

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Oliver

—¿Podemos luego ir a por un helado? El calor es horrible.—

Me tiré estirándome en los asientos de atrás del auto.

—Amor, ponte el cinturón, por favor.—

Un poco malhumorado me puse mi cinturón sentándome correctamente mientras miraba por el cristal todos los árboles pasar. Era una carretera de esas que no eran muy transitadas y de esas que estaban llenas de árboles de colores.

—Quiero mi helado.— dije aún enojado.

—Lo compraremos, pero primero tenemos que ir a por tus fotos, ¿recuerdas?.—

Miré a mi papá sonreírme por el retrovisor. Le sonreí.

—Está bien, puedo esperar.—

Mis piernas colgaban del asiento, entonces jugué un poco con ellas impacientemente por llegar a la sesión fotográfica.

—Para tú cumpleaños comeremos mucho helado.—

Sonreí emocionado.

—A mamá no le va a gustar eso.—

—Le diremos después de que se acabe.—

Reímos los dos.

—¿Haremos el día de picnic?.—

Siempre hacíamos un día de picnic para mi cumpleaños. Mi papi lo organizaba todo y yo ayudaba a mi mami con la comida, porque los dos hacían lo que a mí me gustaba para mi día.

—Por supuesto que haremos el día del picnic, será el picnic más épico de todos los tiempos.—

Reí a carcajadas.

—¡Quiero llevar mi súper poder de fuego!.—

¿Estás seguro que quieres llevar ese súper poder? ¿Mi hijo logrará controlar ese gran poder?.— me miró por unos segundos antes de regresar su vista al frente.

—¡Si, capitán!.—

—¿Está seguro señor del fuego?.—

—¡Si, capitán!.—

—¡Muy bien! Recuerde que...—

—¡Todo poder, conlleva una gran responsabilidad!.— gritamos los dos al unísono.

Reímos de nuevo a carcajadas. Mi estómago dolía un poco por la risa que me había provocado.

Mi papi me miró de nuevo y me sonrió por el retrovisor.

—Te amo, Oliver, eres el niño más inteligente de todos.—

—Yo también te amo, papi.—

Le sonreí. Mi última sonrisa. Mi última mirada. El último te amo.

Fuego. Explosión. Mareo. Gritos. Dolor. Dolor. Dolor. Dolor.

—¡Papi!.—

Traté de salir de mi asiento, pero me dolía mi cabeza y mi cuerpo. Estaba atrapado, el cinturón me había dejado atrapado. No lograba distinguir muy bien donde estaba, se estaba poniendo un poco caliente el auto y sentí que había dado vuelta, no recuerdo si estaba de cabeza.

—¡Papi!.— grité con la esperanza de dejar de sentir este dolor.

Necesitaba a mi papi. Mi papi se quedó con el poder del agua, tenía que apagar el fuego.

La fama, el fútbol y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora