Sub GIA 2 (39)

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Sorpresivas entradas

latentes y aterradas miradas

gritos los oidos desgarran

insubordinación incluso lo llaman.


Nervios brotan entre el equipo

un grupo apenas nacido

voces y nombres conocidos

palabras reverberantes

recuerdos que turbios se expanden.


Salidas poco exitosas

escapes por fuerza y prisas

temores ahogan

comportamientos repugan

situaciones aterradoras.



Al momento en que el director Calahan puso sus pies en el lugar se detuvo un segundo, tenía una extraña sensación esa noche, por eso había decidido bajar a su salón favorito; caminó derecho hasta la siguiente pared donde había una puerta metálica que abrió y cerró a su espalda regordeta. Los chicos volvieron a respirar por fin, el lobo con lengua de señas les habló indicandoles que debían salir, la investigación había acabado, esta vez envió a Melisa al inicio y el se situó al final, pronto oyeron a aquél hombre.

-¿Qué tal estás hoy Norman?- preguntó a gran voz como riendo- das cada vez más pena niño.

Mateo giró la cabeza confundido, sintió como si las palabras vinieran tras de ellos, dentro de aquella diminuta habitación... ¿Norman?... ¿Había otra persona en ese lugar?

-Vamonos rápido- ordenó el lobo, necesitaba sacarlos de ahí. El canela obedeció y se dispuso a seguir caminando cuando un segundo grito lo congeló.

Un grito grave, dolor, se notaba el dolor en aquél desgarrador sonido que inundó sus oídos, esa voz, hacía años recordaba haberla oído, restando emoción pudo recordar un momento en su infancia en que accidentalemente cortó a su hermano.

-Lo siento Norman- dijo un pequeño Mateo con mejillas gorditas y con un cuchillo ensangrentado en la mano- fue un accidente.

El pequeño intentando aprender a cocinar se resvaló de la banquito en el que estaba parado para alcanzar sin problemas la mesa, al resvalar estuvo a segundos de clavarle el cuchillo a Dante, el hermano mayor de Elías que se encontraba en su casa, en ese momento su hermano mayor atravesó su brazo y detuvo el filo del cuchillo contra su propia piel, Dante y Mateo muy preocupados intentaban detener el sangrado con paños secos apretandolos sobre su brazo cortado.

-Tranquilo Mateo- dijo el mayor una vez pudo hablar, el dolor del profundo corte le había hecho sudar bastante- debes tener más cuidado con esto.

Pronto llegó una ambulancia a atender al chico, dos robots bajaron rápidamente junto con una mujer colombiana de baja estatura, revisaron su herida y decidieron llevarselo al hospital del domo para suturar todo.

MaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora