En La Enfermería (5)

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Poderoso es el dolor,
casi tanto como el amor,

ambos ciegan a su portador,

aun cuando éste puede portar los dos.

Corres con dolor,
no ves tu alrededor,

podría este ser tu peor error,
podría esto dañarte mas que solo el corazón.

Vuelan las aves al inundarse de temor,
corren los conejos al sentir la intimidación de un depredador,

llora el viento cuando en la noche,
rompe en llanto una canción.

¿Cuánto ha de durar esta aflicción?
de seguro se pregunta eso el corazón,

no llores más,
mi dulce canción,
déjame curar lo que otro rompió,
solo eso te lo pido oh amor,
como partes mi alma,
teniendo que perder la calma,
sígueme con tu fulgor,
yo no te amo por compasión,

tú realmente inundaste mi corazón,
por voy amor mío,
por favor, aguanta unos suspiros,
que ya llego a darte mi abrigo.

"¿Cómo es posible?" su corazón le latía con fuerza contra su pecho y avanzaba corriendo a toda velocidad al lugar donde se suponía que había ido su amiga, a su lado iba igual la morena a toda velocidad también "Tengo que ser un verdadero idiota como para no notarlo antes, esto es malo, Sofi, por favor aguanta un poco, vamos en camino" su mente no lo dejaba en paz, en todo lo que pensaba era en que podía estar su amada sufriendo un martirio justo en ese momento mientras ellos atravesaban el campus rumbo al área de clases en el centro de ambas alas. Todas las miradas se posaban en ellos, pues no era normal ver alumnos con el uniforme corriendo tan bruscamente, pronto las piernas de la más baja empezaron a fallarle, definitivamente odiaba correr, sus pulmones se apretaban, su garganta se secaba y sus piernas empezaban a cansarse rápido.

-¡Vamos no pares ahora!- le dijo el mayor empujandole desde la espalda- ¡Tenemos que llegar, vamos, falta poco!- "Sofi, por favor, esperanos..-¡Ya vamos por tí!

Llegaron a la zona del primer piso, pero habían tres baños y a juzgar por el camino que había tomado la más baja, se reducían a dos.

-Debe.... debe haber ido... al de las escaleras- Dijo la morena con dificultad, sus pulmones no daban para mucho más, entonces aparecieron Elías y Andrés corriendo a toda prisa, y el primero la sujetó de los hombros al ver que se tambaleó- Vamos... no tenemos... no tenemos tiempo, tenemos que seguir.

-Meli, mirate, estas hecha un desastre, si nunca corres- habló el moreno como burlándose y se calló tras la furtiva mirada del más pálido.

-Tenemos que seguir- ordenó el canela y se puso a correr nuevamente, seguido por la chica que ahora respiraba cansadamente haciendo ruido y los otros dos atónitos, sin comprender qué pasaba, los siguieron.

Llegaron al primer baño, entró Mel a revisar, no estaba ahí y corrieron al baño más lejano que daba con la entrada al ala sur y de frente con las escaleras de la zona de estudio. En el camino las piernas de la pelinegra ya no respondieron y cayó de rodillas respirando con dificultad con una mano en su pecho y la otra en el suelo, el cabello le cubría el rostro mientras los demás se voltearon a verla y pararon.

MaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora