La Caída (43)

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Temor e indiferencia

ambas peligrosas tientan la paciencia

palabras que podrían parecer incongruencia

aquí se anteponen haciendo honor a su presencia.

¿No le temes a la muerte?

parte de la vida es la misma muerte

temerle a la muerte es temer a agobiarte

innecesario e infructuoso arte

parte de existir como cada corte

pertenece a mi la muerte

la deseo tanto como encontrar mi norte

más perdida seguiré ya sin herirte

suficiente ha sido ya el mirarte

desaparecido estás mientras tiento a la muerte.

Entre decepciones temo defraudarte

entre miradas y palabras intento alejarte

nunca esperé a ti llegar a dañarte

solo intenté cuidarte...

Es 11 de septiembre, el gran día del domo, se celebra en todos lados la firma mundial de la paz, aunque había pasado en una fecha diferente, la fundación del mismo GIA simbolizaba la vívida paz entre las naciones y toda esa mierda que nadie se cree; hoy es la presentación que todos esperabamos en el coro, y coincidió precisamente con la ultima prueba de la brigada, esta vez no me están forzando a ir, voy por mi propia cuenta, quiero descubrir que hay bajo este lugar, ese olor a sangre y ese griterío no es normal, aunque hubiera sido solo un grito ligero, el tener un agujero bajo semejante institución es simplemente poco creíble. Por un segundo volví a la realidad, estaba frente a mi lienzo en blanco, no tenía la menor idea de qué hacer, mis manos no se movían, sentía un huracán de emociones pero no dejaba salir ninguna, las había encerrado tanto para que Elías no las notara que finalmente casi no podía reconocerlas, Mateo y Sofía estaban tan mal que no quería molestar a ninguno con mis estupidos problemas, a fin de cuentas ni siquiera es necesario, dudo que les importe de todos modos... Me levanté, si seguía dejando que mi cabeza tomara el control iba a terminar muy mal todo. Con el uniforme escolar puesto me dirijo hacia la parada del autobus, podía ir caminando, pero realmente no quería; llevaba mis auriculares en los oídos mientras reproducía mi música favorita de ese mes, caminaba como en modo automático hasta que un pequeño sonido me llamo la atención... ¿qué había sido eso? ¿un gato?... el maullido se repitió y corrí hasta la casa siguiente cuando un estruendo y un montón de gritos me hicieron devolver la mirada, justo en el lugar donde estaba parada intentando reconocer de donde venía el sonido se había estrellado uno de los autobuses que se supone debía llevarnos al colegio, estaba congelada, por poco y no la cuento...

Las personas a su alrededor comenzaron a llamar a los numeros de emergencia requeridos, pronto llegaron los especialistas y llegaron a la conclusión de que había habido una falla en el mecanismo autónomo del bus y este iba desocupado, ni estudiantes ni chofer. Mel reaccionó cuando una enfermera se bajó corriendo de la ambulancia para revisarla, fue en ese momento cuando notó que tenía heridas menores, los brazos y las piernas tenían trozos de cristal que habían volado cuando se rompieron las ventanas.

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