Salvadores (44)

1 1 0
                                    

Pudo la suerte interferir

pudo algo quizá conseguir

quizás la muerte podrá combatir

como soga al cuello se llegó a ceñir.

Corren las piernas por intervenir

controla el miedo el cuerpo al deducir

que en peligro podría seguir

pide ayuda antes de un error producir.

Entre dos van a apercibir

ambos podrán contribuir

al mismo lugar concurrir

y poder a la misma muerte contradecir.

Pero ¿querrá el tiempo concebir

el deseo que ella quiso elegir?

La dulce muerte recibir.

Alís estaba entrando a la casa de la morena, se le hacía curioso y hasta gracioso que después de odiarse tanto se llevaran bien e incluso vivieran juntas para tener cuidado con Matias, pensaba también en lo agradecida que estaba con Melisa por perdonarla luego de lo que dijo el día de la discusión con Elías, él no lo había tomado para nada bien en realidad, tuvo problemas de ira, gritó un par de veces e incluso cuando llegó a su casa rompió el espejo de la entrada de un golpe; abrió la puerta con sus pensamientos cuando una oleada de olor a gas la hizo toser ¿una fuga? corrió a la cocina, las perillas del gas estaban cerradas pero era claro que el olor venía de ese lugar porque estaba más fuerte, se tapaba la nariz y la boca con el brazo intentando encontrar de donde provenía para cerrar la pasada, no pudo encontrar nada y se estaba empezando a sentir mareada por la falta de aire así que prefirió buscar a la morena para sacarla de ahí, quería mantener la esperanza de que seguía en el colegio, en su salón sin tener idea de lo que ocurría en su casa y que todo su esfuerzo y mareo era en vano e innecesario, pero había visto el bolso en la entrada, era obvio que estaba ahí.

-¡Melisa!- gritó sin recibir respuesta-¿¡donde estás!?- era estresante no escuchar respuesta mientras el ritmo cardiaco le tamborileaba en los oídos con un par de estresantes sumbidos, asumía que sonaba el gas que escapaba de alguna de las cañerías; parecía que le estaba afectando bastante la adrenalina, no podía pensar bien, en parte creía que era también por estar asustada que consideraba que estaba aún peor de lo que realmente estaba- ¡si estás aquí responde por favor!

Subió las escaleras luego de haber revisado toda la planta baja, arriba no había nadie, los vidrios del baño estaban transparentes así que no se había metido a la ducha al menos no hace poco, miró sobre la cama, estaba un poco torcida la ropa de encima, pensó que quizás podría estár acostada dentro de la ducha y corrió como pudo hasta ahí, abrió la puerta de vidrio y no vio nada, se devolvió para bajar, estaba segura de que no había nada cuando tropezó con algo que la hizo caer y se volteó para encontrarse con unos pies en el suelo, se sentó con movimientos torpes y encontró a Melisa desmayada en el piso, el susto fue tal que pasó unos segundos sin reaccionar.

-¡Melisa!- gritó de pronto y se lanzó sobre ella tomandola desde los hombros y moviendola un poco sin tener respuesta, acercó su oreja al pecho de la morena y pudo escuchar sus latidos, tomó su teléfono y envió un mensaje a los chicos sin saber quien podría responder e intentó levantar a la chica sin conseguirlo, estaba maldiciendo la debilidad de sus brazos y casi lloraba, sabía que estaba intoxicada también, sentía la cabeza abombada, estaba mareada incluso sentía como se le apretaba el pecho- Por favor despierta... necesito que me ayudes- desesperada tironeaba a la pelinegra mientras las lágrimas se amotinaban en sus ojos- no es momento de llorar, vamos, muevete maldición.

-¡Alís!- oyó desde abajo, era Andrés, él vivía más cerca que ninguno aunque aún así era algo lejos- ¿¡están aquí!?

-Andrés...- no podía gritar, ya no tenía nada de energía, pensó rápido como pudo y se arrastró hasta el baño, tomó algunos embases de plástico y comenzó a golpear el vidrio, pronto los pasos subieron veloces la escalera y lo vió aparecer aterrado cubriendose el rostro como lo había hecho ella.

-¡Alís!- le gritó nuevamente y fue hacia ella para intentár levantarla- ¿Como pasó esto? voy a sacarte de aquí.

-Ella...- intentó safarse de sus brazos- sácala de aquí.

-¿Sacarla?- preguntó sin comprender hasta que siguió la mirada de la castaña para encontrarse con su amiga en el suelo- maldición- dijo bajo sabiendo que no iba a poder cargar con las dos al mismo tiempo- voy a bajarla a ella primero, envuelvete en el cubrecama y lanzate por la escalera, abajo la concentración del gas es menor- saltó a la cama y abrió la ventana más alta, la única que se podía abrir y se agachó para levantar a la menor, pesaba más de lo que hubiera imaginado ¿cómo la pudo levantar Elías tan fácilmente y correr por el colegio con ella en la espalda la ultima vez? creía que era más débil que él.

Eliminó esos pensamientos de su cabeza y se dirigió a la escalera mientras sostenía a la chica de la cintura y se pasó uno de sus brazos por detras del cuello, bajó poco a poco como pudo intentando respirar lo mínimo posible para no aumentar la cantidad de gas en sus pulmones y llegó afuera, la dejó recostada sobre el pasto donde no había ya olor a gas y dio grandes bocanadas de aire intentando recuperarse, parecía que el golpe de oxigeno le había llegado con bastante fuerza porque sintió como le hormigueaban las extremidades y se devolvió al interior luego de oír un golpe sordo, Alís realmente se había lanzado por la escalera sosteniendo el cubrecama como un trineo de nieve, la recogió del pie de la escalera, parecía no haberse hecho daño, luego de un momento ya estaban los tres afuera respirando cansadamente con dolores de cabeza y mareos fuertes, de poco sentían como les volvía el aire, Andrés antes de entrar había llamado a su madre que venía ahora llegando en una ambulancia, la paramedico se bajó del vehiculo y dio ordenes a quienes venían con ella para que desplegaran las camillas y subieran a los chicos.

-Yo estoy bien mamá, ellas necesitan camilla, puedo irme sentado- dijo el moreno cuando la mujer le ordenó sentarse.

-Yo defino si te vas de pie o acostado, y ahora, vas acostado- respondió con una voz de mando que no usaba generalmente así que él obedeció y se recostó en la camilla que se le acercaba.

Los tres fueron puestos en la parte de atrás de la ambulancia como si los hubieran puesto por niveles, si se levantaran apenas 5 centimetros tocarían con la nariz la parte de abajo de la camilla del que fuera arriba, abajo iba Melisa que aún no había despertado, sobre ella se encontraba Alis, y arriba del todo iba Andrés, las camillas como era costumbre desplegaron los cinturones que se posaron como cruces sobre sus pechos y uno aparte en horizontal sosteniendoles las piernas a la base para que no se movieran. Pudieron reconocer los que iban despiertos las sirenas de la ambulancia, sonaban sobre sus cabezas resaltando la jaqueca que los azareaba, llegaron luego de unas curvas al hospital, los ingresaron a los tres a la vez a la misma sala; Mel continuaba sin despertar, parecía estar en el más cómodo sueño de su vida, después de todo bien puesto tiene el nombre este tipo de muerte "la muerte dulce".  

MaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora