Más Accidentes (13)

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Accidentes

le ocurren a la gente

cuando desconcentrados asienten

cuando perdidos se sienten

cuando dispersos consienten

consienten palabras que llegan al viento

consienten acciones que vuelan muy lento

así como lento avanza por el cuerpo

el tacto de las manos con ¿afecto?


cuidado con la duda

chico de corazón abierto

mejor detente en la duda

antes de no cometer acierto

nublas tus instintos

por un supuesto amor distinto

la duda frágil asoma

detente tú

para detenerla a ella

y aclarar tu duda.

-Andrés disculpa... dime donde.... AAAAAAH- la chica roja se tapó la cara y salió al pasillo pegando su espalda a la pared- ¡Lo siento mucho!... yo... no... ¡lo siento mucho!

El moreno estaba rojo desde los hombros hasta las orejas, había salido recién del baño con una toalla envuelta en la cadera, mientras que con otra se secaba el cabello con ambas manos arriba, fue exactamente la imagen que ella vió.

-¡Lo siento!- repitió la chica nerviosa sin comprender por qué estaba tan nerviosa- eeeh... tienes aaammm... un cuerpo lindo... ¡NO!... ¡NO ERA ESO!.... 

-Jajajajaja- rió el chico desde dentro caminando hacia el pasillo, se había quitado la toalla de la cabeza y la llevaba colgando del cuello, además se había colocado pantalones- no te preocupes- le extendió su mano- ya puedes pasar, lamento la imagen que viste- sonrió aún rojo.

-...eh... claro...- ella evitaba mirarlo, porque aunque se hubiera vestido aún estaba sin polera, y tenía el cuerpo marcado, con un precioso color moreno que ella jamás habría imaginado verlo mojado tan lindo "¿¿¿pero en qué demonios estoy pensando???" se reprendió a si misma.

-Lamento que tengas que verme así Alis, pero no encuentro ninguna de mis poleras, creo que se me coló un gnomo- concluyó riendo avergonzado, seguramente no las había lavado ya que se venía el fin de semana- puedes sentarte en la cama si quieres ¿que necesitabas decirme?

-Ah.. claro- ella se sentó- quería... esto... emm... ah si, una olla, una cacerola- intentaba mirarlo pero no podía aunque en realidad era lo contrario, no podía despegarle los ojos de la espalda.

-Oh claro, estaban en el mueble sobre la cocina, aunque no sé si llegues con tu altura, a mi me complica un poco llegar, ven yo te saco lo que necesites- el moreno caminó hasta la puerta y miró el rostro rojo de la más baja.

MaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora