Violencia (15)

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La violencia no es buena
Es como una gruesa cadena

que encierra tu alma y la envenena

la cubre de odio y dolor

angustia y desesperación.

Violentas manos silvan en el viento

golpean cuando no responde el cuerpo

sangra el rostro que en el momento

culpable recibía el tormento

cual lluvia de invierno

llegan los lamentos

sufrimientos que el violento
d

eja salir al viento

"lo lamento"

Mientras caminaba por la cuarta calle hasta llegar a su casa Alis se limpiaba los labios con un pañuelo, su rostro era neutro, pero llevaba una sonrisa que asustaría a medio infierno, había conseguido hacer lo que le habían pedido, era gracioso que tuviera un sabor tan dulce a pesar de ser incoloro, servía perfectamente como un lipgloss aunque no se podía consumir para nada.

Al llegar a su casa se encontró con la puerta abierta, supuso que él estaba adentro y no reparó demasiado en el tema, entró y precisamente lo encontró sentado en la sala de estar con las piernas sobre la mesa de centro, con su cabellera rubia brillante y su piel blanca, daba la impresión de ser un ángel por lo bello que era.

-Matias, no te esperaba- saludó la chica obviamente sarcástica.

-Hay muchas cosas en la vida que no se esperan querida Alis- le siguió el juego- toma asiento.

-No tienes que decirlo, es mi casa- le espetó la chica a lo que él rió.

-Por supuesto querida, lo lamento- Alis se sentó- cuéntame, lo conseguiste ¿no?

-Claro- respondió bebiendo un vaso de agua que había tomado antes de su cocina- no fue tan difícil convencerlo de un beso, aunque creí que iba a ser más fácil.

-Ya veo, espléndido querida, espléndido... y ¿lo otro?- preguntó con una sonrisa cada vez más grande.

-No pude ponerlo en mi lasaña, mi cocina es arte- su sonrisa se borró- pero no te preocupes, van a beberlo igual.

-En el café... ¿lo pusiste en el café?- se mantenía serio.

-Así es, ingenioso ¿no?- el rubio se puso de pie tan airado que volteó la mesa en la que tenía afirmados los pies asustando a la chica.

-¡NADIE MODIFICA MIS PLANES!- Alis se levantó asustada pero sin perder la compostura- NO PASÉ DOS AÑOS CONOCIENDOLOS PARA QUE VENGAS TÚ A ARRUINARLO TODO.

En la casa de Andrés seguían todos en silencio, paralizados por lo que habían visto, ni siquiera se miraban entre ellos, miraban el piso, las paredes, imaginando que quizás, bajo ellos podría  haber otra cosa así.

-Entonces... ¿por qué lo hicieron?- preguntó finalmente Andrés.

-¿Hacer qué?- preguntó de vuelta Cris sin comprender la pregunta.

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