Destruction

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TRINA

Creo que la persona a la que se le ocurrió que tener clases a las siete de la mañana sería la mejor de las ideas debería ser eternamente castigada por todas las deidades existentes.

Odio por completo los lunes, de verdad.

—¡Trina, ¿has visto mi encendedor?!

La voz de Tori interrumpe mis cavilaciones vengativas por un segundo y hago una mueca de fastidio al imaginarme para qué exactamente necesita el dichoso aparato, pero respondo sin mayor inconveniente.

—¡Prefiero que no lo encuentres, pero no tengo idea de dónde esté!

—¡Gracias! —su amabilidad no se ha ido por muchas situaciones malas que puedan ocurrirle, supongo que Dalilah se sentiría orgullosa de eso ahora mismo.

—¡Mamá!

—¡Yo no he visto nada, hija!

—¡Papá!

—¡Negativo, no lo he visto!

—¡Pues ve a la estúpida tienda y compra otro encendedor, pero deja el ruido, apenas estoy procesando mi existencia!

Las risas de los tres se escuchan por todo el pasillo contagiándome, pero entonces recuerdo que debo salir temprano si quiero tener la oportunidad de recoger a Cat y llevarla a la escuela. Me pongo de pie de inmediato y me aseguro de cerrar la puerta y poner música lo suficientemente alta.

Al bajar a la primera planta después de estar completamente lista, me doy cuenta de que todos están desayunando sin haberme esperado. No me sorprende.

—¿Y ese milagro que te levantaste más temprano?

—Porque ustedes gritan como animales y porque pasaré por Cat para llevarla a la escuela.

—¿Ya decidiste si es parte de la trama o si eres una hetero curiosa?

—Nos besamos hace días en la... —Mi hermana escupe su jugo sobre la camisa de papá, mamá levanta los brazos en son de victoria y él me mira con sorpresa y picardía al mismo tiempo —Ehm...¿me perdí de algo?

—¡Yo gané, señores! —celebra mi madre con alegría recibiendo diez dólares de mi hermana y veinte de mi padre.

—No puedo creer que me hayas hecho perder diez dólares, Trina.

Los veo con sorpresa y mi ceño se frunce a pesar de la sonrisa divertida en mis labios.

—Perdóname, pero no fui yo quien apostó algo —todos reímos y terminamos el desayuno en medio de la historia de mi beso con la pelirroja.

—Debo irme, ¿esta bien? —anuncio dejando besos en las mejillas de todos y ellos me miran con una sonrisa de asentimiento. Tori es la última en opinar.

—Asegúrate de no ser igual de ruidosa como en las ocasiones en las que cantas, es todo lo que pido.

Perra.

—¡Victoria Vega! —mi padre alza la voz haciéndonos reír.

—Bien, lo prometo.

Al subir a mi auto me doy cuenta de que hace bastante sol, por lo que aprovecho para quitar la capota y dejar que éste ilumine mi rostro, la casa de Cat no es excesivamente lejos de la nuestra.

Enciendo el estéreo al detenerme en un semáforo y decido ignorar la notificación que llega a mi celular, dos o tres minutos después estaciono en la casa Valentine y lo único que hago es dejar un mensaje en su chat para que sepa que ya llegué.

La veo salir con una sonrisa de labios y sus cabello suelto; lleva consigo un pequeño bolso color rojo, viste con los típicos colores pastel y al cruzar su mirada con la mía puedo ver como su sonrisa se ensancha un poco más, corre hacia mí.

EVERYTHING ABOUT HERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora