No tears left to cry

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JADE.

—¡Cat, espérame, no tan rápido!

Me quejo mientras intento seguir su ritmo por la pista de atletismo, no tenía idea de lo rápido que puede correr cuando se lo propone.

—¡Apúrate! —entre otras cosas, parece que realmente le divierte este deporte; yo soy mejor en literalmente cualquier cosa que no incluya correr

—¡Solo, un segundo...Uhg! —finalmente puedo alcanzarla justo cuando la campana suena y el día de clases termina.

—Vamos a las duchas y luego podemos ir al centro comercial o a tu casa si quieres.

Intenta distraerme, luego de pasar tanto tiempo en casa nadie se imaginaría que me iba a costar adaptarme de nuevo; pero la mecánica de clases se me hace pesada, la irritabilidad continua en clase de Sikowitz y de cualquier otro maestro adicionado con mi poca estabilidad emocional es lo peor que existe, la falta de motivación me asquea de todos los modos posibles y el poco disfrute que encuentro en las cosas que me gustan normalmente es lo que más me preocupa.

En un principio quise suponer de la manera más amable que solo se trataba de ansiedad, pero ni siquiera me he dispuesto a abrir mi casillero desde que llegué. No porque no lo haya necesitado, es como si tuviera un mal presentimiento respecto a esa acción en específico.

—Bueno, la verdad es que prefiero estar en casa, así que una noche de películas no suena como una mala idea.

—De acuerdo, pero quiero pasar de todos modos a comprar algunas cosas; ya sabes, dulces y todo eso.

Gruño, era precisamente lo que estaba evitando.

—Bien, tú ganas —dimito de la discusión sin ánimo alguno, y camino con ella hasta encontrarnos en las duchas.

El flashback vuelve, fueron dos veces las que estuvimos aquí tiempo antes de estar juntas, de amarla como me di cuenta de que la amaba en su momento, todavía me duele pensar que ella se fue sin que yo hubiera podido hacer algo al respecto, sigo creyendo que no tengo muchas luces en mi camino, el alma todavía me duele y todo en mí son protestas constantes sobre lo muy injusta que se vuelve la vida cuando nos quita lo único que nos hace enteramente felices.

—¿Cat?

—¿Qué pasa? —se acerca a mí con cautela, mostrándose empática y comprensiva como solo ella podría hacerlo.

—¿Tú crees que ella se fue solo porque necesitaba sanar?

—Es lo que espero —suspira —Escucha, la extraño igual que tú; pienso en ella a diario, en lo mucho que debe estarle costando estar lejos de todo y todos a quienes conoce.

—¿Pero?

Mi mejor amiga suspira de nuevo, esta vez mirando hacia el techo.

—Pero no creo que se haya ido porque haya dejado de amarte, Jade.

Luego de unos cinco minutos en los que la pelirroja solo se dedica a hacer silencio de la misma forma en que yo lo hago, nos duchamos y salimos de allí para que ambas podamos buscar en nuestros casilleros.

Dudo de mi acción por un momento, pero después de tomar un respiro profundo reflexiono en que no puede estar tan mal y que solo es un mal presentimiento derivado de mi tristeza.

No hay nada excepcional apenas lo abro; el mismo desorden personal de cuadernos y objetos personales que cualquier estudiante podría guardar en un casillero de la escuela.

—¿Qué es eso? —ella parece percatarse más fácilmente del sobre azul.

—No sé...

Lo tomo entre las manos y puedo darme cuenta de la caligrafía, mi corazón palpita desbocado en mi pecho, mis ojos se llenan de lágrimas.

EVERYTHING ABOUT HERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora