A little piece of a big disaster

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TORI

Me considero un compendio de desastres excepcionales de los cuales no he podido salir, lo que estoy haciendo ahora -manejar una motocicleta a altas velocidades con la posibilidad latente de chocar y morirme-, es una demostración de ello.

Soy un conjunto excepcionalmente desastroso de malas, pésimas decisiones que lo único que hace es dañar a las personas a su alrededor

Freno en seco en un semáforo y siento mi cuerpo sacudirse junto a la moto, arranco igual de rápido y el ruido de las llantas contra el asfalto me ensordece, acelero más, conduzco sobre una rueda durante tres o cuatro segundos, aterrizo de nuevo.

Pienso en el lugar correcto, pero termino por desorientarme varias veces y, por alguna razón que desconozco, termino tocando la puerta de la casa de Cat.

—¡Cat, ábreme por favor! —¿por qué estoy gritando? no tengo idea —¡Cat!

—¡Tori! —la pelirroja corre asustada hacia mí, al parecer a cuento de mis heridas en ambas manos que, dada la fuerza que usé para sostener el manillar de la motocicleta, solo han empeorado —... ¿Qué te pasó?

—Estoy —me hago consciente entonces de que mis manos está temblando del dolor, pero yo no puedo sentirlo completamente porque estoy drogada y porque hay una cantidad enorme de adrenalina —... Estoy muy drogada, Cat.

Ella no parece sorprenderse, por lo que solamente me ayuda a quitarme el casco y los guantes, hay mucha sangre.

—Ven.

Entramos a su casa, al parecer sus padres no están y ella termina por contarme que su hermano ha tenido un accidente en algo que no logro entender por completo.

Me lleva al baño de una habitación que parece ser para huéspedes, luego me quita las vendas que recuerdo haberme puesto en la casa de Evangeline y yo me hundo en llanto al ver los moretones y cortes que tengo, me duele.

—¿Quieres que llame a Jade? —toma el alcohol y un poco de algodón, yo hago una mueca ante la sensación mínima de ardor y niego efusivamente

—No es necesario, no quiero que ella me vea de este modo.

—Pero ella querría...

—Beck es el culpable de todo lo que está pasando últimamente —aprieto la mandíbula, de repente siento un poco de sueño y me pregunto cuáles son los efectos de la heroína —Consumí —aclaro la garganta pensando en cómo decirlo, pero mi boca traiciona a mi cabeza cuando Cat me mira, por lo que suelto todo de inmediato.

—Evangeline me dio heroína, me inyectó un poco de heroína porque estuve en la casa de mi amiga... Ella está muerta, pero es mi amiga, se llama... Dal... — comienzo a llorar e hiperventilar, Cat venda mis manos con sumo cuidado —Se llamaba Dalilah.

—Trina me habló un poco sobre ella, lamento que hayas pasado por ello, Tori.

—La extraño mucho...

Su mirada está llena de pena, y me siento tan cansada que no tengo ganas de pedirle que no me mire de ese modo.

—Te amamos, Tori; y sé que ella te amaba tanto o más que nosotros —acaricia mi cabello y yo me escondo en su pecho para poder llorar a gusto.

Cuando por fin he terminado, ella me propone dormir.

—Estaré aquí cuando despiertes, no te preocupes.

Asiento y me recuesto en la cama, ella me abraza y yo me aferro a su cuerpo mirando el reloj.

Son las dos de la mañana.

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