VIII- Por favor

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-Como que no tengo ganas de ir a la guerra-comentó Iri, jugueteando con sus manos.

-¿Alguien quiere hacerlo?-quiso saber Alby.

-No-replicó ella-. No realmente.

Alby pasó su brazo por los hombros de ella, acariciando su brazo. Iri y Andrew tenían que ir a la guerra, ya les había llegado la carta infame, y estaban en el aeropuerto, esperando a abordar su avión. Alby observó sobre su hombro y vio a Andrew con su novio, Theo, compartiendo una conversación seria, al parecer.

La verdad era que Alby lo quería a Theo a pesar de que su grupo de amigos (la Banda, ¿quién le ponía nombre a su grupo de amigos?) lo detestaba, y estaba bastante seguro que era porque él y Andrew habían peleado con Finnian Pace y Theo en tercero. Andrew se había puesto de novio con Theo, y Alby había estado en algo raro con Alex, lo que luego había terminado en Alby con Iri.

A pesar de que no lo había sabido del todo, siempre había querido a Iri más de lo normal. Siempre había estado allí el sentimiento de "¿y si me acerco un poco más?". Siempre lo había ignorado, la verdad, pero, mientras más adolescente, más notoria se volvía la presencia de Iri, además de las cosas que poco a poco se daba cuenta: como tiraba su cabeza para atrás al reírse, como se teñía su pelo rubio varias veces al año y se quejaba de lo muerto y seco que lo tenía, sus ojos de distintos colores brillando al ver algo que le gustaba. Y, poco a poco, se volvían pensamientos más oscuros: la forma de su cintura, sus caderas, sus piernas largas y delgadas, como la ropa se veía colgando de su cuerpo, sus tetas que se obligaba a no mirar por respeto hacia su persona. Porque Iri siempre había sido la hermana de Andrew, de su mejor amigo. No se había creído capaz para pensar en ella de una forma distinta. Y luego Alex le había dicho que Iri podía pensar en algo parecido a él, y toda su vida se había dado vuelta.

Ahora, estaba con Iri, más feliz que nunca, pero estaba tratando de tranquilizarla antes de subir al avión para irse a Adamas. Obviamente, no parecía estar haciendo un muy bien trabajo porque Iri estaba temblando bajo su tacto. Iri nunca había sido de esas personas que se ponían muy nerviosas, tal vez un poco antes de un partido o algo así, pero nunca lo nerviosa que estaba en ese momento. Él entendía por qué lo estaba, pero igual, se sentía mal y raro que ella estuviera nerviosa. Pero no podía permitirse que Iri se diera cuenta que él también tenía el corazón en la boca porque ella y su hermano se iban a la guerra. Y eso que hacía una semana que Alby, Theo y Thomas habían ido a anotarse a la guerra.

Haberse anotado a la guerra con Thomas y Theo había sido lo más raro que le había pasado. Theo ya no lo miraba mal ni nada, pero Alby había sido capaz de sentir la mirada de Thomas clavada en él, y nunca una buena. Su cabeza dolía de haberse encontrado una mirada con tanto enojo tantas veces. Por eso mismo, se limitó a quedarse al lado de Theo, en silencio, mientras hacían la fila para ser revisados y presentarse como voluntarios. Eso les llevó una tarde, más o menos, donde los hicieron desnudarse en unos pequeños cuartos y responder preguntas interminables, donde Alby quería recostarse en la camilla del lugar y morir. Estaba seguro de que Theo y Thomas querían hacer lo mismo. Los tres habían salido al mismo tiempo, más o menos, y habían tenido la misma experiencia de mierda. Por lo poco que sabían, entre una semana y un mes, les iba a llegar la carta. Alby ya no estaba tan feliz al respecto.

-¿Quieres que te compre un chocolate?-le preguntó Alby a Iri.

-No realmente-murmuró ella contra él-. Si como algo, probablemente lo vomite.

-¿Entonces una gaseosa?

-Tendrá el mismo efecto.

-¿Dormir?

-No creo que pueda.

Alby lo consideró un segundo.-¿Un pete?

Iri sonrió un poco.- Siempre me haces sentir mejor. Tienes un gran talento.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora