II- Púas

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-Nixon.

Theo se puso de pie de estar agachando delante de su cama rápidamente y se giró, derecho como un compás. Había estado doblando su ropa en su fuerte, en el Fuerte Sui Generis. Cosas nuevas. Más ironías de la vida. Al levantar sus ojos, se encontró a quien era el médico de cabeza del lugar, Yoka. Theo sonrió un poco, aflojando un poco su postura.

-Señor Yoka-asintió Theo-. ¿Ha pasado algo?

-Quería hablar contigo.

Theo asintió, y Yoka se sentó en su cama. Theo observó sobre su hombro antes de sentarse en la cama de al lado, para poder mirarlo cara a cara. Era de noche ya, y el pelotón en el que estaba Theo estaban en tiempo libre. Todos estaban afuera, fumando o jugando a la pelota, esperando la media hora antes de la cena. Theo no tenía ganas de patear una pelota, por lo que había estado ordenando su zona ("zona", porque era una cama, un perchero y un baúl). Thomas y Alby estaban jugando por ahí.

-Dime-dijo Theo.

-Antes, ¿te sigue doliendo el brazo?

-No, señor. Ya estoy bien, gracias.

Hacía unos días, Theo había estado en un circuito de entrenamiento, donde se había clavado un par de púas en su brazo porque un compañero de pelotón se había caído en uno, clavándoselo en el estómago. Theo se había acercado corriendo y lo había ayudado a levantarse con todo el cuidado del mundo, sacándole las púas de su estómago, pero él había terminado con un alambre de púas enterrado en su brazo. Había dolido como la puta madre, y aún recordaba la sensación, y sentía pena por el soldado por el que había tenido varios en su estómago (trágicamente, el teniente de su pelotón, Evergarden). Rogaba a los guardianes que no estuviera oxidado, porque eso sería un gran problema para ambos.

-¿Puedo ver la herida?-inquirió Yoka.

-Usted es el médico-se encogió Theo, y estiró su brazo, arremangándose la manga-. No duele ni nada como el primer día.

-Supuse-dijo el médico, quitándole la venda que tapaba su herida-. Evergarden ya está bastante bien, pero no quieren que él haga cosas por un par de días más.

-Me alegro por él en ese caso.

Theo miró al médico. Era un señor grande, Yoka. Su cabello estaba canoso, al igual que su bigote y su pequeña barba. Tenía anteojos sobre sus ojos, y hasta parecían ocultar sus arrugas. Siempre llevaba un traje sobre su panza de cervecero, y un pequeño maletín, dándole ese aspecto de profesional que era. Theo simplemente levantó la vista cuando él volvió a hablar.

Yoka revisó los puntos en su brazo. - Tú estás en una muy buena posición, la verdad.

-Pues gracias-sonrió Theo-. Lo único que hice fue desinfectar la herida una vez al día y vendarla...

-No me refiero a la herida-lo cortó Yoka, y el otro enarcó las cejas-, pero hiciste un buen trabajo con ella. Apenas se verán los puntos en el brazo.

-¿Entonces a qué se refiere, señor?-quiso saber Theo, observando al doctor agarrar otra venda.

-A que el Capitán Garmendia del fuerte quiere ascenderte a teniente del pelotón por lo que hiciste.

-¿Qué?

-Por lo de Evergarden. Buen compañerismo y características de un líder. O algo así.

-¿Porque le saqué unas púas del estómago porque estaba gritando y llorando del dolor? ¿No lo haría cualquiera?

-Pero no lo hizo cualquiera. Lo hiciste tú. Y encima, para coronarte, saliste lastimado haciéndolo.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora