XVI- Ciudad azul

4 0 0
                                    

La primera persona en caer fue Blake.

Con ocho balas atravesando su pecho.

Cayó al suelo antes de que Alex se diera cuenta. Y ella se sintió incapaz de dejar de mirar. Escondida detrás de una pared, miró el cadáver de Blake desangrarse. Sintió a Lamar tirar de su brazo, pero ella no sacó sus ojos de Blake inmóvil en el suelo. Fue capaz de ver a Noah correr hacia él, pero las ametralladoras empezaron de nuevo, y un brazo tiró de su persona hacia atrás. Probablemente fue Thomas. Alex esperaba que fuera Thomas, por los guardianes.

Presley avanzó para ayudar a Blake, con los batallones de soldados azules detrás de él. Y Presley no fue capaz de esconderse de las ametralladoras. Tres balas le destrozaron la cara. Se la deformaron. Y la sangre manchó los adoquines de al lado del cadáver de Blake.

Alex no pudo soportar mirar más. Tiró de Lamar y empezó a correr por las calles hacia donde estaban los chicos. Por los guardianes, si ellos habían salido a esa matanza, ella no sería capaz de soportarlo. Así que corrió, corrió como nunca había corrido. Se sacó la camisa de los rojos de encima para que no la mataran tratando de llegar a ellos, y la tiró en algún lado. Y siguió corriendo.

Llegó, con Lamar atrás, a la boutique donde había dejado a los suyos. Claramente no estaban ahí, obvio, pero ella sintió su pecho apretarse mientras corría por la calle había la barricada de los rojos. No podía soportar el hecho de que Finn, Theo, Thomas, Noah, Duval, Iri, Alby, Andrew, Everson, todos, estaban yéndose a morir. Y ella se negaba.

-Lexa-la llamó Lamar-. Pará...

-No, no puedo-replicó ella, trotando-. Mis amigos están yendo a ser masacrados por tu gente.

-Y la tuya también. No te olvides de tus raíces.

Alex sí se frenó ahí, y se giró a él.- No, Lamar. No soy roja. Mi vida como roja fue una mierda: abusaron de mí, me pegaron, me tocaron, me violaron, me robaron, me lastimaron, me quemaron, me dejaron cicatrices y huellas que nunca voy a poder borrar. Lo único bueno de ese lugar rojo de mierda fue vivir con gente sin casa porque fueron los únicos que me trataron como persona. Como azul soy más feliz que nunca, así que disculpame por elegir ser azul que roja.

-Lexa...

-No-lo cortó ella, levantado sus ojos hacia él-. No me empieces con esa mierda, Lamar. No. Alexandra Jean Di Forte, la concha de tu hermana. No Lexa u ojos tristes. No tengo siete años. Tengo dieciocho, y soy una puta teniente de un grupo elite en las primeras filas de la Gran Guerra. No me traigas esas mierdas, ¿entendido?

-Y yo soy Lamar-habló él-. Soy un hombre sin apellido. Nunca me lo dieron. Probablemente lo tuve, pero me tiraron a un tacho de basura apenas nací, y los de la red me criaron. Perdoname por considerar a la gente de ahí como mi gente.

-Fueron la mía también. Y no puedo agradecerlo lo suficiente.

-¡No parecés agradecida!-le gritó-. Parece importarte una mierda.

-Obviamente que no lo hace. ¿Por qué te pensás que te salvé? ¿Porque me pareces buena onda?

-¿Culpa, tal vez? No me sorprendería que lo único que te viene a la cabeza cuando piensas en nosotros los de la red, los de la madriguera, sea culpa...

Y un disparo.

El eco del ruido rebotó en la cabeza de ella.

Un disparo en el costado de Lamar.

Alex abrió los ojos y se giró hacia el lugar donde provino la bala, y vio a su papá con el arma levantada y a Finn y a Theo a sus costados. ¿Estaban Thomas y Noah con ellos? Ella no lo sabía. Alex no entendió qué pasó con ella. Simplemente... se congeló.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora