V- Tiempo perdido por el amor

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Cenar en lo de Melissa, según Theo, era uno de los mejores planes del mundo porque nadie cocinaba como lo hacía Melissa.

Caminó con Alex a su lado, por las calles de Edom, en silencio. Tenía su brazo enlazado con el de Alex, el que no tenía el cabestrillo, y caminaban en silencio, a paso lento porque era lo que Alex podía hacer. Hacía un frío típico de las siete de la tarde, pero decidió ignorarlo porque podía ver las estrellas en el cielo.

Sintió a Alex temblar, así que bajó su mirada del cielo para mirarla. Estaba abrigada, con una campera grande enorme, y una bufanda que Finn le había puesto por tener uno de sus brazos escondido dentro de su campera por tener la clavícula destrozada. Él soltó el brazo de ella y metió la mano de ella en su bolsillo antes de rodearla con su brazo.

-¿Tienes frío?-inquirió Theo.

-Soy un cubo de hielo-admitió Alex-. Estaba lindo a la tarde.

-Pero ya es de noche.

-Eso lo puedo ver, Ty, gracias.

Theo apretó su hombro.- De nada.

Alex le gruñó.

Llegaron a un edificio extremadamente dudoso. Tocaron el timbre y bajó Melissa a buscarlos. Los hizo entrar y todos se subieron al ascensor. Melissa miró a su hija.

-Está...

-Lo sé-la cortó Alex-. Me dijo Finn.

-¿Qué?-inquirió Theo, ante eso-. ¿Qué pasó?

-Nada-respondieron Alex y su mamá al mismo tiempo.

Theo entrecerró los ojos, pero no dijo nada.

El ascensor se abrió y los tres salieron. Melissa llegó a una puerta con la letra B pegada, y la abrió. Los dejó pasar a un ambiente cálido.

Alex no pudo evitar sentir un dolor en el pecho. Había una cocina separada de la sala con una barra, y una mesa con cuatro lugares. El lugar estaba bastante oscuro, con unas velas en la mesa y una sola lámpara prendida en la cocina. No parecía tétrico, sino que acogedor. Alex recordó aquellas noches donde bajaba a buscar agua en El Idilio y la única luz prendida en toda la casa era la de la cocina, la de encima de la barra, blanca y brillante. La luz de la cocina del territorio rojo era amarillenta, pero seguía siendo la casa de Melissa, así que Alex se sentía igual de confortada.

Con ayuda de Melissa, Alex se empezó a sacar la campera. Theo se sacó su campera, rápido, y se la colgó en el brazo antes de señalar la mesa.

-¿Cuatro lugares?-inquirió Theo-. ¿Deberíamos haber invitado a Finn?

-No, no es por eso-dijo Melissa.

Él frunció su entrecejo.-¿Por qué hay...?

La pregunta se murió en su garganta al ver a Daniel Nixon en la puerta del pasillo de las habitaciones. Theo se quedó estático, al igual que Melissa con la campera de Alex en sus manos. Theo señaló a su papá.

-No.

Y dicho eso, se dirigió hacia la puerta. Alex apenas tuvo tiempo de agarrar la campera antes de correr detrás de él. Logró agarrar la puerta antes de que se le cerrara en la cara y la cerró detrás suyo. Theo ya estaba adentro del ascensor, y Alex se subió con él y cerró la puerta detrás de ellos. Quedaron ambos en el ascensor, en silencio.

-Ty...

-Lo sabías-le dijo.

-Sí.

-Lo sabías, y no me dijiste.

-Ty...

Theo se apoyó contra la pared del ascensor y se dejó caer en cuclillas. El ascensor empezó a subir y lo que Alex ignoró mientras se agachaba enfrente de él.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora