III-Brownies de mañana

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Alex estaba sentada en el sillón, mirando a la ventana.

La casa era un caos todo tiempo desde que habían vuelto de la última misión. Tenía a tres personas llorando por la muerte de Andrew, sino todos, y a otros dos o tres o más por Everson y Thomas. Y Alex no podía procesar sentimientos. Ya no tenía nada más dentro suyo.

La última vez que había visto a Finn, había sido hacía unos quince minutos, él se había quedado dormido finalmente. Noah también. Theo estaba en la cocina, si Alex no se equivocaba, y Alby con Iri encerrados en el cuarto. Duval estaba recuperándose del disparo, durmiendo todo el tiempo, pero Alex la había convencido de que se duchara para sentirse mejor. Había tardado varias horas en convencerla, pero lo había hecho. La había ayudado a desvestirse, a limpiarse y luego a vestirse de nuevo.

Alex escuchó un ruido y se giró. Theo apareció en la puerta de la cocina, mirando hacia la puerta de entrada. Ella se acomodó en el sillón y él la miró.

-¿Ty?-inquirió ella, y él asintió-. Vení.

Theo se acercó y se sentó a su lado. Alex se acercó a él y se apoyó sobre su rodilla para mirarlo a la cara. Tenía la cara roja, más chupada de lo usual, y ojos hinchados. Su pelo morocho estaba más largo que antes, pero no tan largo como lo había tenido en El Idilio. Sin embargo, su pelo morocho estaba despeinado, y Alex lo peinó con suavidad. Theo no dio reacción alguna.

-¿Comiste algo?-le preguntó Alex.

Theo negó suavemente con la cabeza.- Nou.

-¿No tenés hambre?

-No realmente.

-¿Dormiste algo?

Theo lo consideró unos segundos.- No sé. ¿Qué hora es?

-Una y pico, más o menos.

-Poco, entonces.

-Lo supuse-dijo Alex-. ¿Querés que te cocine algo?

-No eres buena cocinando.

-Mejor que vos soy.

-Eso no es difícil de superar.

Alex sonrió.- Dame un poco de mérito al menos.

Theo se encogió, y ella entrecerró sus ojos.

-¿Seguro que no querés que te haga algo?

Él negó con la cabeza. Ella tocó su mejilla con suavidad y Theo la miró. Sus ojos le rompieron el corazón en mil pedazos. Recordaba la primera vez que había visto sus ojos en serio, y no había podido sacarse la idea de lo tristes que eran sus ojos. En ese momento, ojos inyectados en sangre y aguachentos, Alex no pudo evitar darse cuenta de lo alegres que solían ser.

Alex se acomodó en el sillón, recostándose en el apoyabrazos, y estiró sus brazos hacia él. Theo se giró y asintió. Él se recostó entre sus piernas, apoyando su mejilla en el pecho de ella. Alex lo envolvió con su brazo y con la otra mano peinó su ceja con suavidad. Vio una lágrima deslizarse por la mejilla de él, y lo abrazó con un poco más de fuerza.

-¿Seguro que no querés comer nada?-murmuró ella-. La comida pone feliz a la gente.

-No estoy de humor, Alex.

Alex asintió.- Dormí un poco. ¿Hace cuánto que no dormís bien?

-Desde antes.

Desde antes de la muerte de Andrew. Probablemente nadie dormía bien hacía meses, o tal vez más tiempo. Alex sólo dormía profundo cuando era dopada con alguna droga por alguna herida. Y la última vez que la habían drogado había sido un rojo estúpido que la había querido violar. Ya ni dormir podía uno.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora