IX- Charla de baño

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-Sos muy malo-le dijo Alex a Alby, quien la señaló con sus cartas.

-Tú eres la que fabrica las cartas para que me agarre más-replicó Alby-. Es injusto.

-No hice nada. Si crees que alguien está haciendo trampa, es Finn.

-Eso no es verdad-respondió Finn, extremadamente ofendido-. Simplemente soy espectacular.

-Tiene cinco cartas abajo del culo-comentó Noah, dormitando en el sillón.

-Era entre nosotros eso, Noah.

-Yo ya gané. No me beneficia guardar tu secreto.

-Pero somos amigos.

-No hay amigos en juegos de cartas-replicó Noah-. Denle cinco cartas más por tramposo.

Finn se quejó en voz baja y se sentó.

Alex suspiró y se recostó contra el sillón, negando con su cabeza, pero sonriendo. Duval estaba sentada a su lado, también usando el sillón de respaldo, y entrelazó su brazo con el de ella. Procuró que no fuera el brazo lastimado antes que todo. Alex le sonrió y tomó la mano de ella en las suyas.

A veces extrañaba la vida de la base militar de Sui Generis. Todo había sido más fácil en esa época. Sí, tenían que ir a la guerra y estaban preparándose y dejando alma y corazón allí, pero al menos eran felices. Nadie había muerto. Nadie había tenido traumas sobre pistolas y sangre y bombas. Habían sido adolescentes simplemente.

-¿Comiste bien?-le preguntó Duval a Alex.

Alex asintió.- Extrañaba la comida de mamá.

-Es rico.

-Extremadamente-siguió Alex-. Nos cocinaba todos los días. No puedo creer que alguna vez lo menosprecié.

-¿No lo hicimos todos?

Alex se giró un poco para verle la cara. Duval nunca podía dejar de sorprenderse al encontrarse con los ojos grises de Alex. Deberían asustarla, pero eran un gris cálido, suave, casi celeste. Generaban más seguridad que miedo. Y su pelo castaño largo la hacía ver más grande que antes, más adulta. ¿A dónde se había ido el tiempo?

-Te ves cansada-le dijo Alex a Duval-. ¿Estás bien?

-Tengo sueño.

Duval sólo podía dormir más de seis horas si estaba compartiendo cama con alguien, o si tenía algún contacto físico con alguien. Alex probablemente ya lo había supuesto porque soltó sus manos y acomodó su brazo detrás de ella para que Duval pudiera acomodarse sobre su hombro. Ella lo hizo y tardó unos pocos en dormirse.

***

Finn observó a Alex con Duval y se preguntó cómo era que Alex había crecido tanto como persona para permitir que se le recostaran encima. Y no se veía incómoda, simplemente estaba concentrada en sus cartas. Quiso hacer algo por ella, pero decidió quedarse quieto al lado de Noah.

-¿Qué te pasa?-le preguntó Noah-. ¿El peso de la conciencia por las cartas?

Finn sacó la vista de Alex.- Nunca.

Noah lo observó un segundo y miró a Alex.- Ah.

-¿Qué?

-Se ve más cómoda-comentó Noah-. Con alguien así de cerca, quiero decir.

-Lo sé. Me alegra.

-A mí también. No sé si en estas circunstancias es lo mejor, pero bueno. Está mejor que todos nosotros.

-Siento eso.

-Ni que fuera tu culpa, Finnian. Cállate. Por favor.

Finn sonrió.- ¿Te estresé?

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora