II-Heridas antiguas

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Thomas estaba tirado en el piso, sin poder respirar.

Tenía puesto el uniforme militar, con un arma en mano. La sentía caliente contra sus palmas, así que debería haber estado disparando a pesar de que no lo recordaba. El suelo era duro, irónicamente, y de tierra, y eso lo sabía por la corriente de viento que se había levantado y que hacía que ese polvillo le entrara a los ojos. No pudo evitar toser antes de levantarse.

Parpadeó unos segundos antes de encontrarse en el piso de tierra de la ciudad roja.

Estaba bastante seguro que hacía meses que no había estado allí. Estaba bastante seguro de que habían tomado esa ciudad y, apenas se habían ido de ahí con el equipo elite, habían bombardeado esa ciudad y toda la zona que habían logrado ganar hasta ese momento. Incontables muertes para nada. Caeli había explotado. Blake con disparos. Tantos con disparos... Y estar ahí de nuevo... la puta, ¿qué hacía ahí de nuevo? Cada vez que pensaba en ese lugar, tenía ganas de llorar.

Thomas se levantó del piso y agarró su arma del piso. Escuchaba disparos a los lejos así que avanzó hacia allá, limpiándose la tierra del pantalón con sus manos. Tardó unos pocos segundos en llegar a la barricada y parpadeó al ver a los rojos disparando. Le sorprendía el hecho de que todavía estaban vivos, la verdad. Habían estado todos muertos la última vez que había estado ahí. Pero había disparos.

Sintió una mano tirar de él. Él trató de agarrar el arma, pero lo empujaron contra la pared. No pudo evitar sonreír al ver ojos castaños rasgados.

-¿Qué haces aquí?-preguntó Noah.

Thomas se encogió.- Cosas que pasan.

-La puta.

Noah lo abrazó, y Thomas acarició su pelo con suavidad. Teóricamente, no lo veía desde hacía unas horas. Pero, cuando había pasado eso, cuando se habían reencontrado, hacía meses que no se veían. Y se sentía tan feliz de verle.

-Tenemos que avanzar-dijo Noah.

-¿A dónde?

-A la barricada...

No pudo terminar esa frase porque alguien, doblando la esquina, se estampó contra él. Tanto Thomas como Noah levantaron sus armas. Thomas no pudo evitar parpadear al ver a Alex delante suyo.

La puta, Alex sí que había cambiado. Su cara estaba más chupada, si eso era posible, y su pelo castaño más largo de lo que alguna vez lo había visto. Se encontró con sus ojos grises y él quedó completamente sorprendido al verla. Y no sólo eso, sino que estaba Theo a su lado.

Ella enarcó las cejas con su arma en alto.

-¿Qué me apuntas con eso?-le preguntó Alex.

Noah la miró, bajando el arma.- Tú apuntas a mi novio, en mi defensa.

-Porque pensé que era rojo-se defendió, y bajó su arma- Está muy nuevo el uniforme para saber que era nuestro.0

-Me hieres-replicó Thomas, sonriendo ampliamente-. Y hola, Di Forte.

Alex sonrió y se colgó el arma en el hombro antes de abrazarlo. Thomas envolvió sus brazos alrededor de ella y se quedó allí, unos segundos. Ella se separó y miró a Noah.

-¿Y Willow? ¿El resto?

-Luchando en frente-replicó Noah-. Vinimos a buscarlas a ustedes. Y al idiota este que fue solo a buscarlas.

Alex miró a Theo.- ¿Eres imbécil?

Theo se encogió.

-¿Y Finn?-inquirió Thomas, sin siquiera procesar las palabras.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora