IV- Un poco de paz

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Alex nunca había pensado que viajar en un avión iba a ser tan aterrador como realmente lo fue.

Claro, eso era su culpa por suponer que viajar en un avión más viejo que ella iba a avanzar por el cielo sin hacer que la bilis se le subiera por la garganta. Agradecía el hecho de que no había comido nada porque estaba tan triste que tenía miedo de llorar tan fuerte que terminara vomitando en el avión. Nadie le había dicho nada porque su papá había muerto el día anterior, al igual que su mejor amiga y su escuadrón. Además, todos estaban en sus propias burbujas, digiriendo las pérdidas de cada uno.

Ahora, Alex estaba al borde de vomitar jugos gástricos porque el avión se estaba moviendo de un lado al otro. El avión era uno de carga, por lo que único que había eran unos bancos contra las paredes, lo que no hacía que Alex se sintiera mejor, la verdad. Tenía a Finn a su lado, quien estaba durmiendo, y del otro lado a Iri, quien tratando de que Alby durmiera y se dejara de molestar con quejas sobre lo frío que estaba el lugar. Como si el frío no fuera suficiente, apenas había luz: solamente había un par de luces rojas en los costados, y alguna que otra blanca.

Nero y Andy estaban en sus respectivos asientos, durmiendo, y Thomas y Noah acostados contra unas cajas, en el quinto sueño. Sin embargo, Theo estaba en una esquina, sentado con Duval a su lado, ambos hablando en voz baja. Alex ladeó su cabeza y sus ojos se encontraron con los de Theo, quien, al entender el mensaje, asintió levemente. Alex miró a Finn un segundo, con su cabeza apoyada contra la pared del avión y boca ligeramente abierta, y sonrió un poco antes de acercarse a los otros dos.

Theo estaba con su espalda contra la pared del avión, con piernas estiradas enfrente suyo. Duval estaba sentada enfrente de él, barbilla apoyada en sus rodillas y brazos envolviendo sus piernas. Alex se sentó entre ellos, casi que formando un triángulo. Ella se giró a Duval, y se la encontró con la mirada perdida, por lo que la empujó con cariño con su pie. Duval posó sus ojos azules en Alex y le sonrió.

-Hey, Di Forte-dijo-. No te vi, perdona.

-Pasó por enfrente tuyo-comentó Theo.

Alex lo miró mal antes de volverse a ella.- ¿Duval? Deberías estar muy desesperada como para querer hablar con este hombre de aquí.

-Bueno-comentó Theo-, eso ya es de mala educación...

-No te estoy hablando a ti-le recordó ella-. Duval, amor, ¿todo bien?

-Sí, claro.

En la oscuridad, Alex se volteó a Theo, quien negó con la cabeza. Duval bufó ante eso.

-Yo ya estoy bien-avisó Duval-. Alex, tú...

-No-la cortó Alex-. Yo tengo a todo un séquito de gente fijándose si estoy bien...

-Somos mínimo tres-acotó Theo, y Alex le palmeó la pierna.

-... así que yo estoy bien, amor. Lo mejor que puedo estarlo. En serio que sí. Y no me gusta que estén arriba mío cuando todos pasamos por cosas de mierda.

-Que tu padre se muriera es más fuerte que todo lo de nosotros-le recordó Duval.

Eso habría sonado mal si Alex no supiera cómo Duval hablaba. Esa mujer no tenía filtro, y pocas cosas de las que decía las decía con mala intención. Alex no se lo tomó mal, sino que rodó los ojos.

Sin embargo, desde el otro lado de la nave, se escuchó una inhalación que hizo que Alex levantara la vista. Contra unas cajas de armas, Thomas se estaba levantando. Noah estaba durmiendo aún, con su mochila como almohada y con la camisa de Thomas encima de su cuerpo. A pesar de eso, Thomas estaba avanzando hacia Alex, Theo y Duval.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora