VI- General Yang

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A las cuatro y veinticinco de la tarde, Alex y Noah le dijeron a la general que Noah iba a ser la cabeza de la base. Por meras formalidades, completamente en contra de lo que Alex quería, Noah iba a ser llamado el general. Ella había intentado luchar por eso, pero Noah Yang, el nuevo general de la base de El Idilio, uno de los generales del país, había accedido. Era más fácil, le había dicho a Alex, y más directo, y consideraba que le iban a tener más respeto de esa forma. Discutir iba a ser inútil, así que Alex simplemente asintió.

La ceremonia fue en la base. No pudo estar toda la brigada militar porque había levantamientos del pueblo enfrente de la base, pero los de cargos más importantes estuvieron todos. Invitaron a las familias del grupo elite a la ceremonia a pesar de que solamente era Noah quien iba a ascender de puesto. Todos los Ward se presentaron, tanto como hijos del alcalde como amigos de Noah; Theo con su padre y Melissa y Alex. Finn fue solo, quedándose principalmente con Alex, Theo y Thomas, como siempre. Iri y Alby llevaron a sus padres, incluso a Colin, a la entrega de mando.

Sorprendentemente, como estaba todo el grupo elite, la general, antes de pasar su mando, les iba a dar medallas por haber luchado por el país. Honestamente, a Alex no le importaba para nada recibir una medallita para llevar en su pecho con una piedra en el medio.

Alex no era leal al país por la patria. No, incluso podía decir que le importaba una mierda la patria. Ella tenía dos patrias, por lo que sabía, y no le importaba ninguna. Alex era leal a la gente que luchaba con ella, a la gente que quería: lo hacía por el grupo elite, su mamá, su papá, Willow. Todo el resto del mundo podía morir y a ella no le importaría. Mientras tuviera a su familia con ella... cualquier lugar en el mundo podía ser su hogar. El Idilio, sí, era el lugar que más consideraba su jugar sobre todos, con el lago de los guardianes y la cordillera, y su hogar enfrente de los Ward, Adamas y la base. Deseaba quedarse el resto de su vida ahí. Pero si pasaba algo y tenía que irse con el grupo elite y su mamá, lo haría. Sin dudarlo.

Usaron una sala para juicios mayores como auditorio para el pase de poder y las menciones especiales. Tenía una zona elevada donde solía estar el lugar del juez. Ahí, sin embargo, había un asiento elevado vacío. Alex decidió quedarse en silencio mientras iba a sentarse a la primera fila con Finn. Como todavía estaba mal de la pierna, él había pasado a buscar a Melissa y a Alex para llevarlas a la base a pesar de que estaba cerca de su casa porque todo en El Idilio quedaba cerca.

-¿Y ese trono?-le murmuró Finn a Alex.

-Pensé que vivíamos en democracia-replicó ella, en voz baja.

-Oh, por los guardianes, ¿acaso estamos en una tiranía?

-En el estado que estamos, parece más una anarquía. Nadie puede hacer nada.

Finn le dio un beso.- Ignorando eso, te ves hermosa hoy.

-El Idilio tiene ese impacto en uno. Digo lo mismo de vos.

Ambos se sentaron en frente de todo. Theo estaba sentado allí, hablando con Iri y Alby. Obviamente que ellos eran más puntuales que Alex y Finn. La única razón por la que Theo había llegado antes que ellos era que su casa quedaba entre la base y la casa de los Keen, por lo que Alby e Iri lo habían obligado a ser puntual. Y Alex había llegado más tarde que él porque Finn había pasado a buscarla tarde.

Alex se sentó al lado de Theo y pasó su brazo por el de él. Él se giró ante su tacto y sonrió al ver a Alex y a Finn.

-Llegué antes que ustedes-dijo.

-Porque lo trajimos de los pelos-acotó Iri, a su lado-. Y eso que tiene el pelo demasiado corto ahora para hacerlo.

-La oreja es el método confiable-replicó Alex, y estiró su mano a Iri-. Y tenemos al idiota entre nosotras. Separándonos.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora