XIV- Habitación abandonada

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No había cosa en el mundo que Alex quisiera más que estar con Willow, o con Danteri, o Noah o Blake. Quería estar ahí para lo que estaban tristes o destrozados tanto física como mentalmente, pero no podía porque el general Miller la había llamado a las Primeras Trincheras.

Apenas había tenido tiempo de fijarse de que Danteri estuviera viva (lo estaba), y que Willow estuviera bien (no tan bien) antes de haberse ido. Willow simplemente se había sentado en una silla y Noah y Thomas estaban sacándole la sangre de encima. Blake estaba en algún lugar que Alex no sabía, probablemente con el resto de la compañía de Noah. Alex no podría soportar lidiar con eso. Ya había perdido a casi todo su batallón o por división o por muerte. No quería perder a nadie más, y eso parecía ser lo único que hacía esos días.

Alex atravesó el territorio baldío entre la ciudad y las trincheras y se deslizó por la pared de las trincheras. Ya casi no había soldados allí, y nadie levantó su vista hacia ella. Avanzó hacia el pequeño cuartel que tenían enterrado mientras se quitaba el polvo de encima. Asintió hacia el soldado que observaba el cuartel y movió la cortina para pasar.

El cuartel general era una sala oscura, excavada, y más que nada fría. Alex ignoró todo eso por el cansancio y buscó a Miller con los ojos. Lo encontró mirando el mapa, por lo que se acercó a él y cuadro sus hombros.

-Señor-dijo Alex-, ¿me llamó?

-Sí, Di Forte, sí-asintió él-. ¿Caminamos un minuto?

-Sí, señor.

Ambos salieron del "cuartel" y subieron las trincheras. Las trincheras eran como pequeños pasillos, así que las treparon y caminaron por el suelo elevado ya vacío. Por alguna razón, allí aún había pasto. Un poco de vida allí. Ella quería acostarse y dormir unas diez horas, eso era lo que necesitaba. Miller pareció ver el cansancio en su cara porque se sentó en el césped y ella lo siguió.

A pesar de que Alex había luchado por su vida hacía menos de dos horas, era un lindo día. Cálido a pesar de ser invierno, y con el sol brillante. Desde donde estaba, no podía ver a ningún soldado en el terreno baldío antes de la ciudad, así que sólo veía tierra y agujeros. Mejor que ver cuerpos y sangre.

-¿Por qué me llamó?-preguntó Alex.

Probablemente debería hablarle académicamente, llamándolo señor y hablando con usted. No tenía la energía para eso. Y estaba cansada de que la gente la mandara a morir y tener que tratarlos como superior cuando lo único que hacían era considerarla un número mientras se sentaban y comían sopa enfrente a un mapa.

-¿Sobrevivieron todos los del grupo elite?

Alex miró el cielo azul.- No.

-¿Cuántas bajas?

-Caeli explotó en pedazos-dijo Alex, marcando su nombre-. Danteri va a perder la pierna. Chase fue empapada en la lluvia de sangre de Caeli y está catatónica. Blake no sé dónde está. Pace está en la enfermería para descansar porque una bala le atravesó el estómago. Y Yang y Duval están ayudando a los heridos.

-Golpe duro.

-Golpe duro, sí-asintió ella-. ¿Y esos nuevos? ¿Los de Adamas? Mis mejores amigos están allí. Me enteré al verlos en batalla.

Miller tardó unos segundos en responder.- ¿Alguna baja?

-No, por suerte. Sin embargo, no me gustaría seguir tentando el destino. No es el mejor siempre.

-No vas a tener que hacerlo.

Alex se giró a verlo.- ¿Qué quieres decir?

-Necesito al grupo elite para otra cosa-dijo Miller-. Necesito reubicarlo.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora