III-Sentimientos encontrados

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Era quince de abril y, en menos de tres horas, el grupo elite tenían que estar en el aeropuerto para ser enviados a territorio rojo.

¿Honestamente? Alex estaba cansada del territorio rojo. Ya había vivido suficiente tragedias allí, y no quería más de ellas. ¿Por qué no a territorio blanco? Hubiera sido mucho más fácil. Pero nooooo, querían territorio rojo. Como si fuera poco, querían mandarlos a la capital roja, a Edom. ¿Cómo iban a llegar a la capital en el medio de la guerra? Alex no lo sabía. Sin embargo, estaba más preocupada porque estaba yendo con Theo a decirle a Melissa, a su madre, que John y todos los azules en territorio rojo habían muerto.

Alex estaba considerando qué tanto su mamá la iba a matar del uno al diez. Le estaba por decir que John Di Forte y Willow Chase habían muerto en territorio rojo, y que ella estaba por irse allí en pocas horas.

-Meli te va a asesinar-casi cantó Theo.

-Lo sé. A vos también.

Estaba a media cuadra de la casa, y Alex podía ver la puerta desde donde estaban. Como era pueblo en otoño, estaban caminando en el medio de la calle como si fueran invencibles. Era algo tan de otoño que Alex se hubiera reído si no hubiera estado yendo a decirle a su mamá que su esposo había muerto y que ella estaba yendo al territorio de la gente que lo había asesinado a sangre fría.

Alex tocó la puerta y su mamá apareció en el umbral. Ella observó la mochila que estaba en los hombros de Theo y Alex, y, sin embargo, sus ojos claros se frenaron en los ojos de Alex. Ladeó su cabeza hacia ella.

-¿Qué pasó?

Honestamente, Alex no fue capaz de sobrevivir ante esa pregunta. Ella miró a Theo, quien asintió con suavidad, dejándole hablar. Alex apenas pudo volverse a su mamá al quitarse la mochila de los hombros, pero Melissa pareció darse cuenta que algo estaba terriblemente mal por la cara de su hija, así que abrió sus ojos.

-¿Ale? ¿Qué pasó?

Alex apretó sus labios, sin querer encontrarse con los ojos de su madre. Theo le quitó la mochila de las manos, y Alex se obligó a suspirar antes de levantar su mirada hacia ella.

-Mamá-dijo Alex-. Ayer a la noche recibí una llamada del territorio rojo. Ella... papá estaba en el teléfono. Todo los azules en territorio rojo murieron por una bomba y... y luego, en la llamada, papá fue asesinado. Yo... lo siento tanto, ma. Perdón...

Melissa estaba con la boca abierta y al borde de las lágrimas.- ¿En serio?

-Sí... yo... lo siento tanto, ma. Si pudiera...

Antes de que dijera otra cosa, Melissa se acercó a Alex y la envolvió entre sus brazos. Alex se fundió en ellos, apoyando su barbilla en el hombro de su mamá porque, por alguna razón, en algún momento que ella no reconoció, se había vuelto más alta que su madre. Que su padre... siempre iba a ser más baja para ella. Creciera lo que creciera, siempre iba a ser la bebé de su papá, supuso ella.

Theo se quedó de pie a sus costados, mirando el cielo, su mochila y la de Alex a sus pies. Eran las ocho de la mañana, y estaban despiertos hacía horas ya, pero los ojos de Theo no parecían querer mantenerse abiertos. Había dormido poco y nada a la noche, la verdad. No sabía por qué, pero, girándose en la cama, con Drew durmiendo plácidamente a su lado, no había sido capaz de concebir el sueño. Su cabeza había pasado por cada pequeño recuerdo almacenado allí, y Theo no había sido capaz de pegar un ojo en toda la noche.

Su mente no había parado de recordar a John Di Forte.

La verdad era que Theo no había tenido la mejor relación con John Di Forte porque Theo, un chico adolescente, se había instalado en la casa de sus chicas.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora