I- Victoria Purez

1 0 0
                                    

-Me parece injusto-dijo Vic.

-Bueno, obviamente.

-Es fascismo puro esto: todo lo controlan esos hijos de puta, ganando territorio y actuando como héroes cuando mandan a inocentes a pelear por ellos.

-Vic...

-No. Tengo razón. Lo sabemos. Vos viste lo que le pasó a Lamar.

-No digas su nombre. Vas a generar una revuelta.

-Y que ocurra, entonces.

Clara rodó los ojos.- No entendés la magnitud de lo que eso haría, Vic.

Victoria Purez gruñó ante eso, pero no dijo nada más ante eso.

Las dos estaban en una de las zonas techadas de donde se asentaba la red de los pobres en territorio rojo, en la "casa" de Clara. Era una especie de lugar bajo tierra para protegerlos del frío. Sin embargo, también tenían una zona encima de la tierra, pero bajo unas vías de tren para tener un poco de protección del exterior.

Bajo tierra, la red se extendía como un pequeño pueblo. Las "casitas" eran carpas hechas con mantitas y chapas y barriles y algún que otro palo. Las camas eran bolsas de dormir o camperas que habían encontrado. Algún diario o revista también servía para no estar en el piso húmedo y frío. En el centro de las decenas de casas, había un barril con un fuego comunicaron donde solían cocinar para todos o simplemente sentarse a hablar del caos social en un grupo grande. Sin siquiera pretenderlo, habían creado una familia entre la gente que no tenía nada.

-Y este no es el lugar para decirlo-acotó Clara.

-¿En dónde vivimos?

-Ajá.

-Conozco a esta gente más que a mi familia de sangre.

Clara sonrió.- Bueno, yo igual. Pero cuidado.

Vic asintió.- Sí, sí, lo sé. La vida.

-¿Cómo te estás sintiendo últimamente?

Vic enarcó las cejas. O sea, sí, estaba embarazada, pero no había razón por la que sentirse mal. Había estado limpia de cualquier tipo de droga y sustancia adictiva desde que se había enterado, lo que la había deteriorado demasiado como persona, pero al menos estaba limpia. Algo era algo. Esas semanas de sacar todo de su sistema habían sido las peores de su vida, con un dolor interminable e inaguantable, e incluso a veces quería algo, pero se había aguantado por estar embarazada. Casi lo había perdido por esa limpieza, pero su bebé había sobrevivido. Extremadamente Purez de su parte.

Tal vez el instinto materno era algo a lo que a uno se le daba cuando estaba embarazada con el que una no nacía con, porque nunca había querido proteger tanto a alguien como al bebé que tenía encima suyo. Bueno, tal vez a alguien, pero había sido hacía mucho tiempo, así que no contaba realmente. Parecía hacía una vida.

-Tengo sueño-admitió Vic-. Quiero dormir.

-¿Ayuda?

Vic asintió.- Por favor.

Clara se levantó y estiró sus manos para ayudarla. Vic se levantó con su ayuda y se movió hacia su pequeña "casa", la que era sólo para ella. Antes, solía compartir con un par de gente de su edad, como Clara o Lamar, pero, desde que había quedado embarazada, habían decidido darle una para ella sola. Era por comodidad, suponía, y no sabía para quién era esa comodidad, si para ellos o para ella.

Vic prosiguió a acostarse en su cama de sábanas y mantas y agradeció que era verano porque no hubiera sido capaz de soportar el piso duro por tener que taparse, no con el dolor de espalda con el que sufría todos los días por la panza que tenía. Había escuchado sobre todo el tema del dolor de espalda, pero no sabía que era tan fuerte como lo describían. Era insoportable, y encima también se le sumaba el dolor de rodillas y pies y tobillos. Y ya tenía estrías en la panza porque su piel se había estirado demasiado rápido en poco tiempo.

A pesar de todo lo que estaba ocurriendo consigo misma, su mente no podía dejar de pensar en la falta de hombres del lugar. Claro, muchas mujeres habían sido llevadas al servicio militar, pero esas eran de las que no se estaban desnutriéndose o que se veían bien cuidadas. No como estaban las de la red de pobres, o muy delgadas o muy pesadas o muy feas. Tenían un standard, como si llevar a mujeres lindas fuera a hacer que ganaran la guerra o algo. Tal vez mostrar una teta fuera a hacer que el resto se asustara por no haber visto una en toda su vida y darle un segundo para dispararle en la cabeza.

Esa técnica, claramente, no había funcionado en Lamar. Por lo que sabían, por la carta que había llegado del gobierno, él había muerto, luchando por la patria del país o alguna mierda de ese estilo. Ella se había negado a leerla cuando había llegado. Como si no había sido poco, había llegado a no tanto de la muerte de Bash.

Ya se había acostumbrado tanto a las muertes que ya había dejado de sentirlas. No sabía si dejaban de doler, porque ella sentía el vacío en su estómago, una disociación extrema, pero no lloraba. Las lágrimas no llegaban a sus ojos. Claro, había gente que aún lloraba desesperadamente, como Clara, quien tardaba unos tres, cuatro días en recuperarse. Y recuperarse se refería a dejar de llorar todo el día. En serio que era un progreso para Clara...

-¿Vic?

Vic abrió los ojos y parpadeó. ¿Había dormido algo? ¿Había dormitado? ¿O simplemente había tenido sus ojos cerrados? Ella no lo sabía, pero giró su cabeza hacia la voz. Clara estaba allí, y Vic frunció el ceño.

-¿Qué?

Clara se sentó a su lado.- No tenía ganas de dormir sola.

Vic, en otra época, hubiera hecho otro comentario, hubiera rodado los ojos o la habría molestado, pero no tenía la energía para eso. Ella asintió y le señaló un montículo de mantas que tenía en una esquina de la casucha. Clara asintió y se fue a acostar allí.

No era de noche, pero, como nadie era capaz de dormir bien de noche por la oscuridad, la hora de la siesta se había alargado unas dos o tres horas más. No que Vic se quejara, obvio. Ella necesitaba como diez horas de sueño, últimamente. Y que el resto estuviera teniendo unos días tan malos no la ayudaba a dormir, y no por poco empática, sino porque ella trataba de hacer sentir mejor a la gente. No sabía si era el instinto materno o qué onda, pero ahí estaba, levantándose a las tres de la mañana, con panza de casi ocho meses, y yendo a ayudar a los que se sentaba en frente al fuego, llorando en silencio. A veces, se hacía un pequeño grupo, donde las personas se acompañaba entre ellas. Sin siquiera darse cuenta, la red de pobres se había vuelto una familia, y no de sangre, sino de unión por algo mucho más grande.

Vic se sentó, con una mueca, y miró a Clara, acostada en las mantas, ojos abiertos en el techo. Vic suspiró y asintió hacia ella, a pesar de que la otra no la veía.

-¿Clara?

-¿Sí?

-Creo que rompí bolsa.

Eso hizo que Clara se levantara y la mirara.

-La puta madre-murmuró calara y se levantó-. EMERGENCIA. VIC ROMPIÓ BOLSA.

Vic suspiró y se acostó en las mantas.

Iba a ser un día largo.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora