XV-La reconstrucción

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Los próximos días fueron largos.

Todos estaban agradecidos de tener a Thomas con ellos y una gran parte del estrés los había abandonado. Alex se encontraba durmiendo más de cinco horas seguidas, lo que era una gran diferencia a las dos de los últimos meses. Sentía que el departamento tenía un aire más liviano.

Sin embargo, Thomas no estaba pasándola del todo bien. Estaba adolorido y hablaba poco y nada. Tenían que estar más de una hora para que comiera algo. Si se estresaba por cualquier razón, se largaba a llorar y tardaban horas en calmarlo.

El día después de recuperar a Thomas, llamaron a la mamá de Alex (y el papá de Theo fue también para estar) para que se encargara de las heridas del grupo elite. Honestamente, Alex necesitaba a su mamá. Se estaba volviendo loca sin ella. No podía comer nada porque no podía digerirlo sin sentir que se moría, así que su mamá le hizo sopas y comidas suaves para que el estrés no la matara. El estrés estaba siendo malo para ella, su piel estaba terrible y estaba cansada constantemente a pesar de dormir más que antes. Su mamá era lo único que podía estabilizarla de eso, como cuando había sido chica.

También, Melissa se encargó de Thomas, como una enfermera podía hacerlo, claro. Thomas no se podía bañar. No podía hacer la simple tarea de bañarse sin entrar en pánico. Eso confirmó lo que Alex había pensado sobre la tortura con agua. No sabían qué había pasado, pero sabían que él ni siquiera podía entrar solo al baño, ni para hacer sus necesidades. Usualmente Noah lo acompañaba, pero a veces lo hacían Theo o Finn si Noah no podía. Melissa empezó a ayudarlo con el pánico a la hora de entrar al baño, pero bañarse aún estaba fuera de la mesa. La semana que estuvieron en el territorio rojo, tuvieron que bañar a Thomas con un trapo mojado.

Melissa, gracias a los guardianes, además de la Banda, se encargó de ayudar a Thomas en todo lo posible. El resto del grupo elite, los otros cuatro que quedaban, y el papá de Theo, se estaban encargando del transbordo que iban a hacer para volver a territorio azul. Como estaba Duval, decidieron que el barco los deje en una base marítima y después un avión que los llevara a la capital. De ahí, Duval a su ciudad y el resto a El Idilio. Se lo merecían, después de todo por lo que habían pasado.

En la mesa redonda de la cocina, habían apoyado un mapa de Edom. Habían hecho un dibujo en una costa, a varios cientos de kilómetros de la capital. El problema era que habían llegado a la capital en avión, pero no podían irse de la misma forma. Era más fácil meterse que salir, siempre. Sin embargo, no iban a simplemente salir, sino que iban a causar un caos al hacerlo que iba a hacer que la reina lamentara haberles dado a Thomas.

-¿Probabilidades de morir?-quiso saber Iri-. Porque siempre las hay. Me gustaría saber el porcentaje.

-Noah es mejor que nosotros con los números-admitió Alex-. Pero son probabilidades altas.

-¿De qué tipo de números hablamos?

-Un noventa y pico por ciento-supuso Duval.

-Huh, las probabilidades nunca estuvieron de mi lado, de todas formas.

-Podemos sobrevivirlo-dijo Alby.

-Ya sobrevivimos demasiadas veces las posibilidades-replicó Duval-. En algún momento se nos tienen que acabar la suerte.

-Roguemos que esta vez no nos abandone-pidió Alex-. Pero bueno. Causamos caos para que Noah y Thomas lleguen primeros, sanos y salvos.

-¿Y el resto de nosotros disparamos?-inquirió Theo, apareciendo por la puerta de la cocina, cansado-. A rojos.

Su papá asintió, y Theo sonrió. Alex veía tanto de Daniel en Theo que era aterrador. La forma de sus ojos, cómo hablaban, cómo se sentaban y caminaban. Hasta podía ver el carácter de Daniel en Theo. Ese terrible carácter obviamente era hereditario.

LA HORA AZUL: LOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora