Capítulo 4.

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30 de enero

Me muerdo el labio mirando el portal. La entrada del edificio parece ostentosamente cara y me hace sentir incómoda por haberme vestido con un peto de vaqueros hasta los tobillos y una camiseta de manga larga verde. Bajo la vista hasta mis zapatillas con los cordones mal atados y tomo una bocanada de aire para conseguir el valor suficiente para llamar al timbre.

He tardado veinticinco minutos en llegar a Sant Gervasi, el barrio en el que vive Corban los fines de semana. De lunes a viernes vive con su madre, en una casa cercana a la mía, pero los fines de semana vive con su padre, un importante empresario. Jamás he estado en su casa, en ninguna de las dos, y solo con mirar la entrada del edificio ya me siento intimidada.

Decido llamar al único timbre que hay, respiro un par de veces esperando una respuesta, la voz grave de un hombre mayor me responde, el portero. Me sorprende la frase que dice después de verificar con el apartamento de Corban que mi llegada está prevista, sus palabras textuales han sido «El Sr. Roca lo está esperando».

Río internamente por que haya llamado a Corban «Sr. Roca».

Subo por el ascensor decorado con hierro enroscado formando pequeñas flores y hojas. El edificio no parece exageradamente grande, pero por lo que se ve solo hay un apartamento por planta y las zonas comunes están exquisitamente decoradas al más puro estilo de las zonas residenciales de principios del siglo XX.

Al salir del ascensor me encuentro con un sonriente Corban apoyado en el marco de la gran puerta. Su pelo está un poco desordenado, ya no va vestido con sus pantalones formales y mocasines, como en el instituto, lleva unos vaqueros y sudadera. Ese detalle hace que me sienta mejor con la ropa informal que he decidido ponerme.

Me envuelve en sus brazos y besa mi mejilla, segundos después Ianthe emerge de la casa de Corban y se une al abrazo.

-Nil está haciendo las palomitas -informa mi mejor amiga dándome un golpe en el culo para que avance.

-¿Cuántos somos? -pregunto mirando con disimulo el interior de la casa, todo grita ser carísimo y me da hasta recelo tocar el suelo por miedo a romperlo con mi torpeza.

-Solo nosotros cuatro -responde Corban cerrando la puerta detrás de nosotros.

-¿Tus amigos del club de ajedrez te han abandonado? -Ianthe finge un puchero, ríe a carcajada al ver a Corban poner los ojos en blanco.

-El quidditch y el ajedrez no tienen nada que ver, nap-buf.

Mi mejor amiga gime poniendo una mano en su pecho, con ofensa fingida, gira sobre sus talones en una dirección que desconozco. Ianthe odia que le recuerden que es la bajita de todos, ella quiere ser mayor e independiente rápido y como venganza ha apelado al frikismo de Corban.

-A mí me parece guay -intento aligerar el ambiente con Corban.

-Un día podrías venir a un partido, si quieres -sugiere amigable, tan sincero como de costumbre.

-¡Me encantaría!

-Dejemos a esa muggle atragantarse con las palomitas -ríe pasando un brazo por mis hombros para guiarme por la casa.

Retiro lo que dije que no era muy grande, es un apartamento súper amplio y con detalles preciosos que me recuerdan que ese es un edificio de la burguesía Barcelonesa de los años veinte o así. Realmente me encanta el ambiente que transmite este tipo de construcciones.

Nil me da un beso en la mejilla para saludar y me tiende un bol de palomitas saladas. Los cuatro nos reunimos en una sala a la que nos conduce el anfitrión, hay una pantalla de diapositivas, un sofá y sillones. Es un gran contraste, mucha modernidad en una casa como esa.

Mr. Tabú y otras drogas [MTOD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora