Capítulo 34.

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15 de mayo

Vamos en metro de camino al instituto. Aprovechamos para planear una tarde de chicas, ir al cine a ver la nueva película de terror y comprobar si las críticas son certeras. Entre exámenes, sus ensayos de piano y mis clases de yoga, hace bastante que no salimos por ahí juntas.

—Me siento discriminado —se queja Corban.

—El día que se te caiga la varita que tienes en los pantalones podrás asistir a una tarde de chicas.

Me mira mal, muy mal pero francamente él es tan dulce que no duele.

—Mi varita está bien así.

Ianthe y yo reímos como locas al ver que se tapa la bragueta con ambas manos.

—Mañana una que yo me sé podrá ir a la cárcel en caso de que cometa un delito —canturrea Ianthe.

—Vaya, eres una gran amiga por decirme esas cosas.

—Sabes que te quiero —estruja mi brazo.

Seguimos hablando de tonterías mientras salimos del metro. Para mi sorpresa, veo a Ajax apoyado en la farola que hay justo delante de la salida, y al verme se acerca. Ianthe y Corban aún no se acostumbran del todo a que Ajax los salude y sea simpático, bueno, con Ianthe sigue lanzándose dagas.

—¿Qué haces aquí?

—Vaya —ríe—. Buenos días a ti también, pecas.

Lo miro mal por él mote, pero con un rápido beso me quita el gesto de disgusto.

—Circe, vamos tirando al instituto —dice Corban mientras se alejan poco a poco.

Con un gesto les indico luego los alcanzo. Devuelvo la mirada a Ajax, parece muy alegre y no sé si eso es bueno o malo, porque veo un brillo travieso en sus ojos.

—¿Me estabas esperando?

—Quizás —se limita a responder.

—Claro... —digo con un poco de burla.

—Cállate —ríe y me da un pequeño empujón con un dedo.

—Cállate tú.

—Copiona.

—Copión.

—¿Quieres jugar?

—Eso lo has dicho tú.

Me enseña el dedo del corazón.

Oh. Extrañaba pelear con él.

Tengo la sensación de que a veces nos ponemos demasiado empalagosos, pero después empiezan las guerras y me tranquilizo.

No quiero ser de esas chicas que se convierten en chicles pegadas al novio.

Novio. Aún no me acostumbro a esa palabra.

—Puto barato —de un golpe aparto su mano—. ¡Y encima con vulgaridades...! Pienso chivarme a tu abuelo.

Levanta una ceja con chulería.

—¿Le vas a decir a mi abuelo que una vez dormiste en mi cama aprovechando que el no estaba? ¿O le contarás lo que hicimos en la ducha?

Me pongo roja como un tómate, reconozco que me siento orgullosa de haber sido yo la que pasó esa noche con él y no cualquier otra guarra. Quiero ponerme de puntillas y escribir en su frente con rotulador permanente propiedad de Circe.

No sé en qué momento me he vuelto tan celosa y posesiva.

—Dijiste que me devolverías el favor y nunca lo hiciste —me encuentro diciendo.

Mr. Tabú y otras drogas [MTOD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora