Capítulo 9.

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25 de febrero

Cabe la ínfima posibilidad de que en una semana haya ignorado cinco llamadas de Dan. Quizás, solo quizás, le haya enviado un mensaje diciendo luego te llamo cuando no es verdad.

Creo que me estoy comportando como una completa perra con él.

Como argumento a mi favor diré que él siempre ha sabido que no busco una relación estable. ¡No quiero tener novio! ¿Tan difícil es de creer que una chica de diecisiete años no quiera pareja estable? No quiero tener que estar dándole explicaciones a un chico, no quiero dejar de hacer cosas porque a él no le parezca bien, no quiero que la gente nos mire con asco al ver cómo nos besamos, no me gustan las demostraciones de afecto en público.

No rindo cuentas ante nadie, soy un espíritu libre.

Además, últimamente he estado un poco ocupada estudiando para los exámenes finales, solo me queda esta evaluación y la última para acabar bachillerato y entrar a las clases preparatorias de la selectividad. En cuatro meses tendré mi título de enseñanza secundaria post obligatoria y mi carta para la universidad.

Ya casi puedo oler el triunfo.

Y huele a pizza.

Espera. Literalmente huele a pizza.

Agudizo todos mis sentidos en busca de la procedencia del maravilloso olor a pizza. Esa comida tiene más efecto en mí que cualquier afrodisíaco. Cual sabueso llego hasta el olor, Ianthe tiene un trozo de pizza en las manos. Casi siento un puñal uniéndose en mi corazón cuando se lleva el último pedacito a la boca.

Cuando se da cuenta de que estoy al otro lado del pasillo, fusilándola con la mirada, sonríe inocente antes de escapar de mis garras. ¡Qué puta!

Me da envidia que mi mejor amiga haya conseguido un trozo de pizza en el recreo, y lo peor es que ¡no me haya dado! La pizza que venden en la cantina de este instituto es deliciosa, pero siempre se agota minutos después de salir a la venta.

—¿Y esa cara de pocos amigos? —pregunta una voz que empieza a hacerse familiar para mi—. ¿Tu novio ha vuelto ha dejarte mal follada? Voy a tener que enseñarle un par de cosas.

Aprieto los dientes. No es sólo lo que me ha dicho, sino que me ha recirdado que debo hablar con Dan para dejarle todo claro.

—A veces eres imbécil, cadenitas—me giro intentando contener la rabia.

—Guarda tus garras para él, fierecilla —dice con tono jocoso, la broma solo le hace gracia a él mismo.

Entrecierro los ojos, mirándolo como los primeros días que lo vi, furiosa. Aprieto los puños. No quiero pegarle un coscorrón. Soy una chica pacifica, pero él logra sacarme de mis casillas casi de inmediato.

Es como si él fuese una chispa y yo el queroseno esperando a arder.

Entonces Ajax hace algo que no me espero. Sorníe. ¿Me acaba de sonreír? Sé que no es la primera vez que se le ha escapado una sonrisita, pero esta parece diferente, más sincera. Y ¡joder! Se ve muy bien cuando sonríe de ese modo.

Con la cara de embobada que se me ha quedado, veo como se aleja por el pasillo, en dirección al patio. ¡Me cago en dena! Me ha dejado idiotizada solo con esa expresión animada y jovial. Sin darme cuenta bajo la mirada por todo él, vestido de negro, con una cazadora y las famosas cadenas de sus vaqueros negros. Me quedo estancada a la altura de sus pantalones....¡Que culo! No, no, y ¡no! Me niego a pensar en eso ahora mismo.

Un escalofrío recorre mi cuerpo. Tengo un mal presentimiento.

Alejo el pelo de mi cara con una goma de pelo de color verde que llevo en la muñeca. Ningún mechón caoba cae por mi frente. ¡Mucho mejor!

Mr. Tabú y otras drogas [MTOD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora