Mr. Tabú y otras drogas [MTOD]

Capítulo 28.

En primer lugar quiero avisar que este capítulo es más corto, por que es la opción que ha ganado las votaciones en twitter.

28 de abril

—¿Qué harás por tu cumpleaños? —pregunta Ianthe dando vueltas sobre su cama.

—Lo de cada año —me limito a responder.

—¿Estoy invitada? —pregunta con un tono de voz apagado.

Levanto la vista del libro de inglés para mirar a mi amiga. Me ha llamado para estudiar juntas para el examen, pero parece que lo que quiere es hablar. Hay algo que la preocupa.

—Siempre eres la primera invitada, tontita —intento aligerar el ambiente, pero por su cara no lo he conseguido.

Toma una respiración profunda antes de hablar.

—Como últimamente sales tanto con tu chico misterioso creí que tenías planes con él.

Puede que los fines de semana haya invertido tiempo con Ajax, y quizás estudie con él para los exámenes. Pero es solo porque me ayuda con matemáticas.

—Tú también sales mucho con tu chico misterioso, pero eso hace que me quieras menos, ¿verdad que no? —digo con una pequeña sonrisa.

Niega con la cabeza y sonríe levemente. Unos chicos cualquiera no se interpondrán entre nosotras. Eso lo tengo claro. Si la pubertad no nos separó en su momento, dos seres con pene tampoco lo harán.

—Aun no me puedo creer que le hicieses una mamada en la ducha —ríe de golpe.

El rubor sube a mis mejillas como una bala. Eso se lo conté en confidencia de amigas. No debería decirlo en voz alta. ¡Nunca!

Como defensa diré que él estaba muy desnudo y guapo, todo mojadito basándome bajo el chorro de agua.

—Pues yo no me puedo creer que le metieses mano al chico en el confesionario de la iglesia —contraataco, también riendo.

—¡El cura está sordo! —defiende.

No puedo evitar reír con más fuerza. Me encanta poder hablar con tanta naturalidad sobre estos temas con Ianthe. No me juzga. Y eso hace que me sienta mejor conmigo misma.

—¿Algún día me lo presentarás? —le pregunto cuando mi risa disminuye un poco.

—¿Al cura?

—¡Al chico misterioso!

Las dos nos reímos otra vez. Cuando nos dan ataques de risa, no hay quién nos calme.

—Te lo presentaré —asegura—. Y también quiero conocer al chico que ha logrado hacerse un huequito en el corazón de mi mejor amiga.

Asiento, aunque estoy mintiendo. Tengo mucho miedo. No quiero que cuando se enteré de que Ajax es el chico que me gusta se enfade conmigo. Sé que le cae mal, pero no lo conoce como yo he hecho estos meses. Detrás de esa mueca de disgusto, que siempre pone, hay un chico cariñoso y divertido con una sonrisa preciosa.

—¿Me prometes que no lo odiaras? —pregunto fingiendo un puchero para hacer la conversación más relajada, pero la pregunta va muy en serio.

Ianthe sigue riendo. Me mira cambiando de pose por una más cómoda. No sé lo está tomando en serio, pero lo prefiero así.

—No puedo prometerte eso. Pero puedo decirte que, por lo que sé, ese chico te hace feliz. Y eso me gusta.

Me tranquilizo. Lo último que quiero es perder a mi única amiga de verdad. Porque Ianthe es la única que sé que siempre estará para mi.