9. Encajando las piezas

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¿Phil me había reconocido? ¿Cómo era eso posible? Estaba tan sorprendida que tardé unos segundos en reaccionar. Gabe me apretó la mano disimuladamente y me trajo de vuelta: tenía que actuar rápido. El otro hombre nos observaba con interés, y por su vestimenta supe enseguida que se trataba de Alan Bloomgate, el Jefe de Policía. Corría el riesgo de ser descubierta, así que miré a Phil y contesté lo mejor que pude:

MC: Lo siento, ¿te conozco?

Él hizo un pequeño gesto de comprensión, y guiñándome un ojo dijo:

Phil: Todavía no, pero me encantaría. Si a tu compañero no le parece mal, por supuesto.

Gabe lo miró con seriedad y respondió secamente:

Gabe: Creo que te confundes, no somos detectives ni nada parecido.

Phil: Oh, disculpen entonces. He estado demasiado tiempo entre esta gente y ya los confundo a todos.

Alan: Phil, lárgate de una vez y no molestes más.

Él asintió, aún sonriedo, y girándose otra vez hacia mí añadió:

Phil: Permíteme resarcir el daño causado, a nadie le gusta que lo confundan con un poli. Tú y tu amigo pueden venir a tomar un trago a mi bar, pregunten por el Aurora. Está cerrado, pero igualmente me encontrarán ahí. Los espero.

Se despidió con una reverencia, pero justo cuando pasaba a mi lado me dejó saber con la mirada que sabía perfectamente quién era yo. ¿Desde cuándo estaba en libertad y cómo me había reconocido? Sí, definitivamente teníamos que ir al Aurora.

Alan: ¿Y ustedes quiénes son?

Gabe: Somos estudiantes de psicología, tenemos programada una visita con Ted Madruga.

Alan: Vengan entonces, no tengo todo el tiempo del mundo.

Entramos por fin a la penitenciaría, donde chequearon nuestros datos y nuestras nuevas identificaciones mientras yo me moría de miedo, pero todo salió bien. Jake no había dejado ningún cabo suelto. Cuando terminaron nos llevaron al salón de visitas, advirtiéndonos que sólo tendríamos diez minutos.

No había nadie más allí, así que nos sentamos a esperar. Al cabo de un rato entró un guardia escoltando a un hombre esposado. Tendría unos sesenta años, era muy delgado y le costaba caminar. Me habría dado pena si no fuese por la mirada burlona que nos dio en cuanto se sentó frente a nosotros.

Ted: ¿Así que quieren hacerme una entrevista? No sabía que era un personaje tan importante, y definitivamente nunca pensé que enviarían a dos niñatos.

Soltó una risita sarcástica mientras nos observaba a ambos. Gabe no perdió tiempo y le preguntó directamente:

Gabe: ¿Es usted Theodore Madruga?

Ted: Uff, hacía mucho que no escuchaba ese nombre. Prefiero "Ted" si no te importa, chiquillo.

MC: ¿Recibió usted una solicitud de visita de una persona llamada Hannah Donfort?

Ted: Hum, una chica linda, es una lástima que no haya vuelto más... ¿Compañera tuya, cariño?

MC: Necesitamos saber porqué ella quería reunirse con usted, es de vital importancia.

Ted: Pues no lo recuerdo... y no creo que a ustedes les incumba. Además, ¿no era esto una entrevista para no sé qué de mi tiempo en prisión o algo así?

Duskwood: el hombre tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora