38. La presa definitiva

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En la furgoneta todo es incertidumbre y caos. MC les ha dicho dónde está y van en camino a recogerla pero, a medida que se acercan, la señal del rastreador de Jake se debilita. Es evidente que poco a poco se están alejando de los hackers.

MC: ¡No vengan aquí! Yo me las arreglaré, estoy bien. ¡Jake y Gabe son más importantes ahora!

Jessy: Espéranos ahí, MC. Llegaremos en diez minutos.

MC: ¿Es que no escuchan? ¡Alan los engañó! ¡¿No entienden lo que está sucediendo?!

Phil: Cálmate ya. Iremos a por ti y luego nos encargaremos del resto.

Cleo: No podemos arriesgarnos a que Alan te encuentre y la historia se repita. Todo lo que hemos hecho hasta ahora habría sido en vano.

MC: ¡Háganme caso, joder!... ¿Chicos? ¡Por favor!

Phil: Lo siento, MC. Sólo espera ahí y no permitas que esa gente con la que estás avise a la policía.

Y, girándose hacia su hermana, Phil le pide que cuelgue la llamada. Jessy lo mira con preocupación, pero comprende por qué se lo está pidiendo, así que lo hace. Deben conservar la calma, ahora más que nunca, y los gritos alterados de MC no ayudan.

Phil vuelve a concentrarse en la carretera y pisa el acelerador, haciendo que la furgoneta se desplace a máxima velocidad sobre el asfalto. No han tenido tiempo de conversar con MC y preguntarle cuándo y cómo escapó, pero comprenden que este nuevo giro sólo puede significar más peligro para los hackers, y para todos en general. Alan ya no tiene nada que perder.

Richy: Cleo, avisa a los de la cabaña, no sabemos a dónde se dirige Alan y deben estar preparados. No creo que vaya hasta allá, pero no podemos correr riesgos.

Cleo asiente y Richy se gira hacia Jessy:

Richy: Y tú, Jessy, mantente atenta, es probable que MC te vuelva a llamar. Yo continuaré intentando comunicarme con Jake y Gabe.

Jessy: ¿Qué hay de la señal del rastreador?

Richy: Esa ya no es una opción.

Las chicas lo miran aterradas y rápidamente revisan sus teléfonos, sólo para comprobar estremecidas lo que ya Richy les está diciendo con evidente preocupación:

Richy: La señal dejó de ser visible hace unos segundos. Los hemos perdido.


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Desde el asiento trasero, Alan observa detenidamente a Jake. Le ha exigido que no sobrepase el límite de velocidad para no llamar la atención, y la relativa lentitud del viaje le está dando tiempo a pensar: debe reconocer que está sorprendido con el hacker. Sin embargo, no está seguro de que eso le desagrade, lo cual le sorprende aún más.

Sus miradas se han cruzado varias veces en el espejo retrovisor, pero Alan no ha logrado ver lo que siempre ha visto en estos casos: miedo, ansiedad, derrota, quizás desesperación... No, en los ojos del hacker sólo brilla un único sentimiento: odio, puro odio, y excesivo autocontrol.

Esa mirada, esa hostilidad, han hecho que de todo su cuerpo emerja una sensación completamente nueva, y, siendo honesto consigo mismo, debe admitir que le gusta. Hacía muchísimos años que no sentía ese empuje casi primitivo escalando por sus venas, y sólo ahora se da cuenta de que ha estado reprimiéndolo durante demasiado tiempo.

¿Lo hizo por respeto a Jennifer? Quizás, aunque es más probable que haya sido por miedo. Durante todos estos años se ha sentido inútil, convencido de que sin ella no sería capaz de lograr nada. A fin de cuentas, fue ella quien lo rescató, fue ella quien lo lideró hasta el final... pero esta también ha sido una cacería, y él la ha llevado a cabo solo. Mejor aún: la está ganando solo.

Duskwood: el hombre tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora